Es una situación bastante habitual: se va conduciendo por una carretera cuando, de repente, el conductor se ve inmerso en un atasco. Tras el tiempo correspondiente yendo muy lento, se empieza a avanzar y la situación se despeja y se vuelve a circular a ritmo normal.
En ese momento la expectativa es la siguiente: ver qué ha ocurrido en ese lugar para que se forme el atasco. Sin embargo, aunque sea sorprendente, en muchas ocasiones en ese punto crítico no hay absolutamente nada, ni un accidente, ni un coche averiado, nada. ¿Cómo es posible?
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Durante años se han llevado a cabo simulaciones virtuales que intentaban mostrar como muchos atascos se generan sin razón aparente, pero fue un experimento llevado a cabo en Japón en 2008 el que demostró esto utilizando coches reales.
La premisa del ejercicio es bastante sencilla. Los investigadores pusieron 22 coches en un circuito circular de 230 metros de longitud y de un solo carril. Los automóviles estaban separados entre sí a la misma distancia y los conductores recibieron todos la misma directriz: circular de manera constante a una velocidad de 30 km/h.
En teoría deberían haber estado en circulación armoniosa de manera perpetua sin ningún problema. Sin embargo, la realidad es muy diferente:
Las ligeras diferencias de velocidad hacen que algunos coches se vayan acercando entre sí, lo que lleva a que algunos conductores toquen los frenos. Esto provoca una reacción en cadena que lleva a que, sin ninguna causa real, acaben estando parados en ciertas zonas del circuito.
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