Una gran línea roja que divide la A-355 sirvió en 2024 para cerrar la puerta a la muerte casi del todo. Dada la violencia vial que asolaba la carretera (a su paso por Coín hacia Marbella), la Junta de Andalucía decidió enviar a los conductores una larga señal de alerta para contener los excesos de velocidad y prevenir los adelantamientos indebidos. Después de teñir en rojo la separación entre carriles a lo largo de cuatro kilómetros, el número de muertes se ha reducido un 80%.
En esa carretera fallecieron 10 personas en 2023 en siniestros de tráfico. La vía se abrió en 2014 con una previsión de 7.000 vehículos diarios y a finales de 2023 la cifra era de 20.000 al día, incluida una gran cantidad de vehículos pesados para el transporte de mercancías.
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La Junta empezó a detectar los problemas en 2021 y esto llevó a la consejería de Fomento a marcar en rojo (con un grosor muy superior al habitual) el centro de ambos carriles. Fue una medida pionera en España, aunque similar a propuestas como los dientes de dragón o las líneas verdes que se ensayaron hace casi ocho años en Palencia.
Radares pedagógicos
Asimismo, se instalaron cuatro radares pedagógicos o carteles informativos digitales que informan de la velocidad alcanzada por los vehículos y recuerdan, con señales luminosas, la velocidad máxima permitida.
Un año después de la ejecución de estas obras, los datos muestran los buenos resultados. En 2024, en el mismo tramo de carretera fallecieron dos personas en siniestros de tráfico, un 80% menos que en el ejercicio anterior.
Este experimento refuerza la idea defendida en un informe de la Fundación Mapfre y la Asociación Española de la Carretera (AEC), publicado mayo de 2024: con una inversión asumible para el Estado y las comunidades autónomas podrían evitarse hasta 300 muertes al año por siniestros de tráfico.
Quitamiedos y bandas fresadas
Revertir las cifras supondría un coste de unos 1.800 millones de euros sin necesidad de grandes obras de reparación ni de construir nuevas vías. Bastaría con soluciones como tintar el asfalto y renovar los elementos retroluminiscentes de las calzadas, así como añadir más balizas a los arcenes, entre otras propuestas. La clave es, en definitiva, poner el riesgo delante de los ojos a los automovilistas.
Antes de pintar la gran raya roja entre carriles, en la A-355 ya se habían ejecutado otras obras de adecuación, como la construcción de cuatro kilómetros de barreras de contención (quitamiedos) y la generación de bandas fresadas, que producen un ruido fuerte al pisarlas con los neumáticos.
La próxima medida: radares de tramo
Otra de las medidas para reducir las cifras de siniestralidad en la A-355 es la instalación de radares de tramo ya solicitada por la jefatura provincial de Tráfico de Málaga y autorizada por la Junta de Andalucía. Según cálculos de la DGT trasladados a la comunidad autónoma, esta medida “puede reducir la siniestralidad hasta un 30% en las carreteras secundarias”. Los dispositivos están colocados, pero aún no se han puesto en funcionamiento, ha informado la Junta.
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