El conductor activa la baliza V-16 y, sin pensarlo, sucede algo: con un simple gesto abre la puerta de su coche a la Dirección General de Tráfico (DGT), que ya viaja de forma virtual en miles de vehículos.
Poco después de encender el dispositivo conectado y colocarlo sobre el coche (a los 100 segundos), la señal se transmite a la DGT y, desde allí, se propaga hasta los navegadores de quienes circulan cerca.
La llave que lo hace posible es la plataforma DGT 3.0, encargada de recibir las coordenadas de los vehículos que se detienen en carretera por avería, emergencia o accidente.
Este sistema gestiona millones de datos en tiempo real para trazar un mapa dinámico de la movilidad. Tráfico sobrevuela de modo virtual las carreteras para reducir riesgos y evitar colapsos.
Señal V-27 y balizas V-16
Uno de sus pilares es la señal de las luces V-16, que elimina el peligro de caminar por el asfalto para colocar los triángulos y, además, alerta al resto de conductores enviando su geoposicionamiento a la DGT 3.0.
La información se recibe y se criba en el Punto de Acceso Nacional de Tráfico, al que se conectan las aplicaciones de navegación (Google Maps, Waze, TomTom, Coyote…) para dar y recibir datos. Además, la DGT cuenta con unos 7.000 dispositivos de toma de datos (cámaras y sensores meteorológicos, entre otros) en 13.000 kilómetros de red viaria. En cuanto llueve en un punto, el mapa Infocar (que representa en tiempo real las carreteras españolas) anuncia que llueve.

También recibe información de los coches conectados con el punto de acceso de Tráfico, aquellos más avanzados y que poco a poco serán más numerosos. De forma muy paulatina, el parque automovilístico español se actualiza (aunque la edad promedio de los turismos sea muy elevada, 14,5 años, según la patronal de fabricantes Anfac) y la conectividad va ganando presencia.
Si uno de estos vehículos activa el limpiaparabrisas (y otros muchos lo hacen a la vez), al Punto de Acceso Nacional de Tráfico llega una información tangible: llueve. Estos coches también reciben información de vuelta, por ejemplo, con la señal V-27.
Solo existe en el universo virtual: nació en 2021 y es un triángulo que aparecerá en el cuadro de instrumentos para avisar de un peligro cercano. Cuando el coche detecta la conexión de una luz V-16, muestra la V-27 al conductor para que esté alerta. De cualquier modo, su uso es voluntario por parte de las marcas y está limitado a los vehículos conectados.
Conos de obra conectados
La conectividad en la que trabaja la DGT desde hace casi una década se complementa con otras acciones, como la implantación progresiva de los conos de obra conectados. Gracias a ellos, Tráfico puede advertir a los automovilistas mediante las aplicaciones de navegación de que hay trabajadores de mantenimiento en el asfalto. El conductor que reciba la alerta podrá aminorar la marcha, prestar más atención y, probablemente, evitar un atropello.
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