Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, ha presentado el balance provisional de siniestros en las carreteras españolas correspondiente a 2023. El fallecimiento de 1.145 personas en accidentes de tráfico supone tres víctimas menos que el año anterior, aunque un colectivo queda muy lejos de tal estabilización en los datos.
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Como se venía observando en las cifras provisionales facilitadas durante el pasado año, la siniestralidad entre los usuarios de motocicletas representa el principal lastre en la reducción de las muertes en carretera. Durante 2023 perdieron la vida 286 motoristas, frente a los 241 de 2022. Además, el histórico de fallecimientos es incluso más preocupante, ya que desde 2012 su incremento alcanza nada menos que el 37%.
Grande-Marlaska ha insistido en que el factor humano se encuentra muy presente en tantas desgracias: “Me han escuchado en numerosas ocasiones decir que los siniestros de tráfico en su mayoría son evitables y que reducir esas trágicas cifras está en nuestras manos si todos redoblamos nuestros esfuerzos con ese objetivo. Reitero mi llamamiento a la responsabilidad de los conductores, porque evitar las distracciones, respetar las normas de circulación y usar los sistemas de seguridad son tres simples elementos que pueden rebajar sobremanera estas dramáticas cifras y las tragedias humanas que hay tras ellas”.
Nuevas medidas
En ese sentido, la Dirección General de Tráfico (DGT) priorizará durante 2024 las medidas tendentes a limitar en la medida de lo posible la tendencia al alza que sufre el colectivo vulnerable de usuarios de motocicletas. Y se refiere a tres de importante calado para alcanzar este objetivo.
La primera de ellas pasaría por la creación de perfiles específicos para los motoristas en los cursos de recuperación de puntos. Se deberían crear así materias adaptadas a las particularidades de estos vehículos, del mismo modo que cursos de conducción eficiente y segura.
Más allá de los sancionados con pérdida de puntos en el carné, la propuesta más amplia de la DGT para los motoristas se refiere a su equipamiento. Plantea la obligatoriedad del uso en carretera de casos homologados de tipo integral (cerrados por completo de forma permanente) o modular (también cerrados, aunque en su caso con el frontal abatible durante las detenciones). Es decir, se prohibirá el uso de los cascos de estilo jet o abiertos, aquellos que dejan la cara del usuario al descubierto.
Del mismo modo, será de obligado cumplimiento el uso de guantes, igualmente homologados, durante la conducción. Esta es una medida que la DGT baraja desde hace tiempo y que se había ido posponiendo ante las protestas de algunos colectivos de usuarios.
Por último, y también de importancia significativa para el sector de la motocicleta, se establecerá un curso obligatorio para los conductores con permiso B, de coche, que quiera conducir motocicletas de hasta 125cc. Hasta el momento, esta transición era automática, sin necesidad de ningún tipo de gestión o trámite añadido, lo que ha facilitado de forma clara el paso de conductores de automóviles a las dos ruedas.
Ahora, y en línea con las tendencias europeas, se pretende garantizar que el automovilista disponga de una mínima preparación antes de ponerse a los mandos de una moto de menos de 125cc. Según ha podido saber EL MOTOR, se trataría de una formación sin examen final, de unas cinco horas divididas entre enseñanza teórica y práctica.
Está por ver cómo se resolverá la disyuntiva de los titulares de carné B que ya utilizan, desde hace años, motos de esta cilindrada. Una posibilidad que se contempla es la de demostrar tal condición con la acreditación de la posesión de uno de estos vehículos durante un mínimo de tiempo, bien a través del permiso de circulación o de una póliza de seguro a nombre del conductor.
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