Que el nuevo Toyota Corolla luzca una imagen mucho más desenfadada que su predecesor, el Auris, no es casualidad. La marca nipona arriesgó hace unos años por primera vez con el diseño con un modelo de gran volumen como el C-HR, un movimiento que se reveló completamente acertado: el SUV se ha convertido en un éxito de ventas, suficiente como para animar a Toyota a probar cosas nuevas en esta materia.
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El todocamino ha gozado de una gran aceptación desde el primer momento: excepto en 2016, ya que se lanzó a final de ese año, ha comercializado más de 120.000 unidades anualmente a nivel global, alcanzando las 150.000 en 2018, y en España ha mantenido una cuota de mercado de entre el 9 y el 10% en su segmento (15.200 unidades el pasado ejercicio). No solo eso, según la marca para el 68% de los compradores ha sido la primera vez que adquirían un Toyota, atrayendo a un público más joven que el habitual en la firma e incluso proveniente de segmentos premium.
Los resultados del SUV, por tanto, han sido muy buenos hasta ahora, pero ello no implica que haya estado exento de críticas en ciertas áreas muy concretas, señaladas tanto por los clientes como los expertos. Toyota las ha escuchado y ha trabajado en ellas para intentar convertir esos puntos débiles en fortalezas o, al menos, en factores que contribuyan al éxito del modelo.
Imagen más convencional y sofisticada
Arriesgar con el diseño sirve para destacar (ahí está el ejemplo al Nissan Juke), pero como es lógico, se trata de un movimiento que polariza las opiniones. El Toyota C-HR captó la atención de los potenciales clientes por su imagen repleta de ángulos, de estilo coupé y carácter agresivo. De hecho, supone el punto clave para los clientes, ya que es la razón de la compra para el 43% de los mismos.
Sin embargo, esa imagen algo peculiar también ha hecho que otros potenciales interesados se echaran para atrás, por lo que el fabricante nipón ha introducido una serie de cambios buscando sofisticar al modelo, que por una parte suavizan su carácter y por otra potencian su deportividad.
En conjunto sigue siendo musculoso, pero las líneas de tensión se han suavizado. El frontal reemplaza los grupos ópticos por unos más anchos con una nueva firma lumínica LED e intermitentes integrados, sitúa una enorme entrada de aire en el centro del paragolpes y desplaza los antiniebla a los laterales de esta. En la zaga se ha instalado una moldura negra que recoge los pilotos traseros y en las unidades con el nuevo motor 2.0 el difusor luce unos embellecedores cromados.
Cambia su carácter pero, como en el original, sigue siendo un vehículo que llama la atención allá por donde pasa. La toma de contacto con esta nueva generación se ha realizado una unidad con acabado Launch Edition, que combina llantas de 18 pulgadas con una carrocería acabada en color bitono negro/naranja.
Un motor más potente, por fin
Posiblemente el mayor inconveniente que se le había puesto al todocamino era contar con una motorización híbrida que se quedaba algo corta y no estaba a la altura de su deportiva imagen. Hasta ahora solo se comercializaba con el sistema 1.8 de 122 CV, que cumplía con características como un consumo contenido, pero que no destacaba por sus prestaciones. Se ha mejorado el sistema eléctrico con una batería de ión-litio más potente y la marca espera que continúe suponiendo el 60% de las ventas del modelo en España, pero la gran novedad es la incorporación de un nuevo propulsor con un bloque 2.0 y que en conjunto desarrolla 184 CV.
Se trata de una opción un 50% más potente que la que se ofrecía hasta ahora, algo que se nota a sus mandos. Al pisar a fondo el acelerador el vehículo responde con una aceleración inmediata y de manera progresiva, ganando velocidad sin problema. Es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 8,2 segundos y ha ampliado su velocidad máxima hasta los 180 km/h (10 km/h extra), y en las comprobaciones realizadas recupera de los 80 a los 120 km/h en unos seis segundos.
El SUV recibe una puesta a punto específica para esta versión en las suspensiones, que destacan por filtrar de manera muy eficiente todas las irregularidades del terreno, apenas llegando vibraciones al volante. La dirección, eso sí, podría ser más directa, pero es algo de lo que adolecen gran parte de los modelos del segmento.
Aunque esta variante 2.0 se centre en las prestaciones, siendo un híbrido resulta clave también su eficiencia. En ciclo WLTP homologa unas emisiones de 120 g/km, apenas 11 g/km más que su hermano pequeño, y un consumo de 5,3 l/100 km. Esta cifra, como es habitual, es algo optimista, pero se puede conseguir un consumo de unos 6 – 6,2 l/100 km incluso circulando a un ritmo alegre.
Según la marca, los conductores del C-HR hacen el 60% de sus recorridos en modo eléctrico, en el que destaca el trabajo de aislamiento acústico realizado con el modelo: la rumorosidad es prácticamente inexistente, algo que se mantiene, junto a una suavidad de marcha reseñable, incluso cuando motor eléctrico y de gasolina actúan de manera conjunta hasta velocidades de 80 o 90 km/h.
Interior de calidad y mejor ergonomía
La tendencia en el mundo del automóvil es la de eliminar los botones físicos y reemplazarlos por superficies táctiles, algo que obedece a los intereses de los clientes, que en muchos casos buscan una especie de tableta con ruedas. Es innegable que esto le da al interior del vehículo un aire más moderno y tecnológico, pero la realidad es que a nivel de usabilidad es contraproducente, puesto que la presencia de controles analógicos es más intuitiva, distrae menos y facilita la interacción con los sistemas del coche.
Es por eso que en Toyota han decidido dar un paso atrás y reemplazar la consola central exclusivamente táctil del modelo por una que además cuenta con botones en los laterales, lo que mejora la experiencia de uso. No solo eso, en materia de conectividad por fin se incorpora la compatibilidad con los sistemas Android Auto y Apple CarPlay, el sistema de navegación se actualiza de manera periódica y la nueva aplicación móvil MyT invita a los conductores a, entre otras cosas, optimizar su conducción híbrida.
La voluntad de la firma de posicionar el modelo en un terreno de corte premium se nota en los acabados interiores, con soluciones vistosas como las molduras en negro lacado (un imán para la suciedad, por otra parte) o el revestimiento interior con textura blanda 3D de los paneles de las puertas. Eso sí, en la variante 2.0, debido al mayor tamaño de las baterías, éstas no entran en el vano motor, por lo se sitúan en la zona trasera, reduciendo ligeramente la capacidad del maletero, que se ve mermada en 19 litros. Además, por cuestiones de diseño y tamaño, las plazas traseras son algo justas para pasajeros de mayor corpulencia.
Más seguridad
La marca afirma que quiere democratizar la seguridad con este modelo, por lo que todos los CH-R, sin importar el nivel de acabado, cuentan con el Toyota Safety Sense, formado por sistema de seguridad pre-colisión, control de crucero adaptativo (muy eficiente, con varias opciones de mantenimiento de distancia y un funcionamiento muy progresivo), control inteligente de luces, avisador de cambio involuntario de carril y reconocimiento de señales de tráfico. A esto se suman en niveles superiores los faros direccionales, el sensor de aparcamiento trasero y la alerta de tráfico trasero cruzado con función de frenada automática.
Por el momento Toyota no ha desvelado el precio de la nueva versión de 184 CV, cuya venta comenzará el 10 de enero. Solo ha dado a conocer que, con Toyota Complet, una opción de renting con opción de compra, en preventa se puede disfrutar por una cuota mensual de 270 euros previo pago de una entrada de 5.700 euros.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.