La mayoría de las ventas de vehículos en España son de carrocerías de tipo SUV. Y es así desde hace ya varios años, con una clara tendencia hacia los SUV compactos, como el Volkswagen T-Roc. Pero esta unidad tiene un extra de versatilidad, que no de practicidad. Y es que se trata de la versión descapotable o, según su nombre oficial, Cabrio.
Su aceptación no es tan clara como el resto de versiones carrozadas, pero despierta mucho interés de todo el que lo ve en directo. Y es que su techo de tela le confiere también un carácter más exclusivo, más premium. Además, de momento, en el mercado no existe otro SUV descapotable como este.
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Y es que mezclar la robustez de un SUV con el placer de conducir al aire libre ofrece un claro atractivo. Eso sí, también hay que hacer concesiones: un maletero más pequeño de, en este caso, 284 litros (445 para el modelo carrozado) o una rigidez en su chasis algo menor. Por no hablar de que salir a un camino de tierra sin la capota puesta… no va a ser muy recomendable.
A bordo, cuatro plazas
Es casi la única diferencia, junto con la capota claro, respecto a un T-Roc con techo de chapa. La estrechez en sus plazas traseras para alojar el mecanismo de la capota, hace que solo admita dos ocupantes, aunque no irán estrechos ni les faltará espacio para la cabeza. Además, el comentado maletero más pequeño, al menos y al abatir los asientos, puede albergar unos esquíes o una tabla de surf, por ejemplo.
Antes de seguir con su interior, hay que comentar que esta versión y la carrozada acaban de acoger una actualización que ha modificado los parachoques, los pilotos o la parrilla entre otros elementos.
En el interior, los materiales se han mejorado aunque está por debajo de los Volkswagen de antaño y, por ejemplo, el salpicadero ahora tiene un tacto de plástico blando y no duro como el anterior, además de un ribeteado que, a la vista, gana varios enteros.
La pantalla de infoentretenimiento táctil antes era de ocho pulgadas máximo, ahora es de 9,2 y cuenta con el sistema operativo más avanzado de Volkswagen, el MIB3, que tiene un software más rápido e intuitivo. Respecto a sus relojes, ahora son digitales y, en este acabado, R-Line, cuenta con el Digital Cockpit Pro con una pantalla de 10,25 pulgadas.
Entre los dos asientos se sitúa el botón que pone o quita la capota de tela ligera de tres capas y que completa una u otra operación en unos nueve segundos. Dispone de otro botón para bajar o subir las cuatro ventanillas al mismo tiempo, que lo hace muy práctico si se quiere efectuar esta operación.
También hay un deflector que deberá estar extendido si se circulan a velocidades de autovía y si no se quieren demasiadas turbulencias en el interior.
Con la capota abierta, el parabrisas parece especialmente bajo, pero es una sensación a la que se acostumbrará el conductor rápidamente. Además, con la capota puesta, la insonorización a bordo es buena. Por supuesto, no tanto como en la versión carrozada, pero no será un motivo de queja en el día a día.
A nivel de seguridad, a priori, no hay motivo de preocupación. No se ha probado, evidentemente, pero Volkswagen asegura que, en caso de vuelco, dos fuertes placas dispuestas tras los reposacabezas traseros se despliegan en fracciones de segundo para proteger al pasaje.
Motor suficiente
El VW T-Roc Cabrio solo tiene una posibilidad mecánica, el motor 1.5 TSI de 150 CV con tracción delantera, pero eso sí, se puede elegir con cambio manual o automático DSG de siete velocidades que tiene un coste extra de 1.550 euros y que es el que montaba la unidad de pruebas.
Con todo, el peso de este cabrio aumenta en 190 kilos respecto a su hermano de cinco puertas, y pasa de 1.540 kilos. Pueden parecer muchos, pero en marcha no son tantos. Y es que el motor, con sus 250 Nm de par y el rápido cambio automático, mantienen el T-Roc en la zona del cuentavueltas en la que mejor respira, que es de unas 2.000 rpm hasta cerca de las 4.000. Y lo hace de forma suave y agradable, muy lineal y con una sonoridad más baja de lo esperada.
Ni quiere ni pretende ser un deportivo. De hecho, el chasis se resiente si se comienza a afrontar curvas más deprisa de lo normal y se notará un ligero subviraje y que la rigidez no es la que ofrece su hermano con techo ya que se notan una ligera torsión a la altura del pilar A (el que sujeta el parabrisas). A pesar de esto, la dirección es muy agradable e intuitiva.
Su tarado de suspensión es algo firme, lo que se certifica al pasar a baja velocidad sobre baches o resaltes. Al ganar velocidad, también mejora esta sensación rebotona.
En cuanto a su consumo, tratándose del coche que se trata, y ya que homologa un gasto medio de 5,9 l/100 km, que se haya quedado en 6,8 litros no está nada, pero que nada mal…
Lo que ya hay que valorar es su precio. Esta versión, en su acabado más alto, el R-Line, sale por 43.680 euros, lo que supone 5.670 euros más que el acabado Style y 7.840 euros más que el mismo acabado y motor, pero en versión carrozada. Y es que el glamour y la diferenciación de llevar el único SUV descapotable del mercado hay que pagarlo.
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