Ferrari Portofino, el último juguete de Maranello

El deportivo, que sustituye al California T, llegará en mayo desde 215.000 euros. Es más amplio, ligero y rápido, y el techo se abre y cierra en 14 segundos.

Una máquina que cualquiera conductor medio puede manejar gracias a las ayudas electrónicas.

Más rápido, más potente, más ligero y más versátil. Si Ferrari ya había logrado domar los 800 CV del Superfast, los 600 CV del nuevo Ferrari Portofino, heredero del California T, deberían ser casi un juego de niños. Y es que el arsenal tecnológico de la fábrica de los sueños de Maranello parece repleto de soluciones a la carta para resolver casi cualquier desafío, por difícil que parezca. Y el resultado supera siempre de largo todas las expectativas.

El último exponente es el Portofino, que se ha podido probar en Bari, en el tacón de la bota del mapa de Italia. Y al igual que los estrenos más recientes de Ferrari, supone un salto adelante espectacular frente a su antecesor, el California T, al que releva. Llegará a España en mayo y aunque es el modelo más asequible de la marca del Cavallino, se venderá desde 215.000 euros, un precio solo al alcance de algunos privilegiados.

Pero lo importante de este superdeportivo no es su carácter minoritario y exclusivo, sino su capacidad para aplicar las últimas tecnologías de frontera que le permiten superar barreras inéditas y convertirse en una de las máquinas más perfectas creadas por el hombre. Y en este caso, con las exigencias suplementarias que plantean los descapotables.

Así es el Portofino

Se trata de un superdeportivo GT o Gran Turismo, y tiene una carrocería con techo metálico plegable que le permite cumplir como cupé cuando se lleva cerrado y como spider o descapotable cuando se destapa. Pero no renuncia al sentido práctico, porque ofrece un interior con 2+2 plazas, aunque las traseras solo son aptas para casos de apuro. Por lo demás, sustituye al California T, que se lanzó en 2014 como evolución del California original, a la venta desde 2008.

Para diario, en ciudad o con lluvia

Un purasangre con carácter de mascota. Lo primero que sorprende del Portofino cuando se conduce es su versatilidad, porque a pesar de tratarse de un superdeportivo capaz de ofrecer la máxima eficacia en un circuito, está pensado también para poder usarlo a diario, ya sea en ciudad o con climatologías adversas. Y si en tráfico urbano es capaz de circular por debajo de 2.000 vueltas sin el menor titubeo, bajo el tormentón que nos acompañó en parte de prueba en Bari, se comportó siempre con una docilidad y progresividad absolutas que dan mucha seguridad.

Más rápido y potente

El Portofino adopta el nuevo motor 3.855cc V8 biturbo del Ferrari 488 y rinde 600 CV, 40 CV más que el del California. Va acoplado a un cambio automático F1 de siete velocidades y doble embrague que aporta un accionamiento casi instantáneo para sacarle el máximo partido a la mecánica. El resultado son unas prestaciones espectaculares: acelera de 0 a 100 km/h en solo 3,57 segundos, llega a 200 km/h en 10,8 segundos y supera los 320 km/h, cifras que baten con claridad las de su antecesor el California T. Y necesita solo 34 metros para detenerse desde 100 km/h hasta 0.

Más ligero y eficiente

La aplicación de materiales ligeros como aluminio e incluso magnesio (asientos, etc.) y la reducción del número de piezas tras agruparlas muchas de ellas en bloques mayores, permite al Portofino adelgazar 80 kilos respecto al California T y quedarse en solo 1.545 kilos (1.620 en orden de marcha con conductor). Esta cura de adelgazamiento unida a otras mejoras mecánicas y aerodinámicas ayudan a afinar su eficiencia con unos consumos y emisiones inferiores: 10,7 litros de media y 245 g/ km de CO2.

Más músculo y carácter por fuera

Mide 4,58 metros de largo, un poco más que un Volkswagen Tiguan (4,49 metros), pero al contrario que el SUV, tiene una carrocería baja, esculpida y afilada con un morro largo y una zaga corta que delatan sus objetivos. Aparte de la fuerza del frontal, con una enorme entrada de aire que realza su deportividad, y su exquisita silueta, destaca por su elaborado lateral, con trazos muy suaves, unos hombros musculosos apoyados en las aletas traseras y sobre todo unas entradas y salidas de aire muy sofisticadas que buscan con precisión milimétrica la eficacia aerodinámica para aumentar el apoyo al suelo a alta velocidad.

Además, impresiona por su belleza y simplicidad, con una zaga minimalista que elimina lo superfluo y apenas incluye dos pilotos redondos, y eso sí, un espectacular difusor inferior que aparte de integrar sus escapes, canaliza todo el aire que llega del carenado inferior para evitar que levite a alta velocidad. Y lo mejor es que tanto abierto como cerrado transmite carácter y elegancia con ese equilibrio especial que solo ofrecen los Ferrari más conseguidos.

Más amplio y práctico por dentro

Aparte de sus plazas delanteras, amplias y desahogadas, el Portofino es un 2+2 y ofrece dos pequeños transportines atrás que sirven para llevar niños pequeños o utilizarlos en casos de apuro: el 30% de los clientes los utiliza, según estudios de la marca. Y en el nuevo Ferrari ofrecen cinco centímetros más de espacio para las piernas que en el California T. Además, añade un maletero también mayor, con 282 litros, que permiten llevar dos o tres maletas o trolleys de cabina de avión, según se lleve el coche con el techo abierto o cerrado. El resultado de esta mayor versatilidad es que los clientes de Ferrari han aumentado un 150% su kilometraje medio anual en los últimos años.

Cómodo y sofisticado

Al contrario que los Ferrari anteriores a los noventa, que prescindían de todo lo que pudiera restar prestaciones, el Portofino aporta una presentación interior exquisita a la altura de los coches más lujosos, incluso como viene de serie. Destaca su ergonomía delante, con unos asientos impecables en aspecto, sujeción y confort que incluyen 18 reglajes eléctricos.

Y tanto los materiales como los ajustes son impecables y se completan con una suspensión magnética supereficaz con amortiguación variable (SCM-E), que a la vez impresiona por su comodidad al absorber irregularidades, desde las más pequeñas a las grandes ondulaciones de carreteras y autopistas, un plaga en el recorrido de la prueba en Bari.

Además, incluye las soluciones de información y entretenimiento más avanzadas, como un navegador con pantalla táctil de 10,2 pulgadas e incluso una pantalla adicional y opcional de 8,8 pulgadas frente al copiloto para que pueda informarse de todo lo que sucede en el trayecto.

Techo de apertura rápida

Ferrari lo denomina RHT (Retractable Hard Top) y es un techo metálico retráctil tan bien integrado en la carrocería del Portofino que si no se conoce cuesta saber que se trata de un descapotable. Está formado por un complejo sistema de piezas plegables y motores eléctricos que permiten abrirlo o cerrarlo en parado o en marcha (por debajo de 40 km/h) en tan solo 14 segundos. Y ocupando el mínimo espacio cuando se pliega para restar menos capacidad al maletero. Además, se ha mejorado el aislamiento y la protección interior, tanto cuando se va abierto como cerrado, para disfrutar a fondo su poderío.

Al volante: Sensaciones y poderío inolvidables

El resultado de todo este espectacular cóctel tecnológico es una catarata de sensaciones inacabable para el conductor. Al menos en carreteras abiertas al tráfico. El Portofino tiene ya más potencia que el Ferrari 458 Italia (600 CV frente a 570), el anterior biplaza de referencia de la marca italiana. Y es un auténtico superdeportivo de raza capaz de ofrecer prestaciones de vértigo.

Lo anuncia ya en cuanto se pulsa el botón de arranque situado en el volante con ese rugido inconfundible y sinfónico de todos los Ferrari, sean V8 o V12,  y de forma 100% natural, sin necesidad de recurrir a sonorizaciones electrónicas. Pero sobre todo lo confirma después cuando una vez insertada la primera, se hunde el pie en el acelerador: la espalda se pega al respaldo para no separarse más, porque el cambio de velocidades es  instantáneo y no llega a reducir el empuje de la mecánica hasta que se vuelve levantar el pie del gas.

Hasta entonces, el velocímetro se dispara anunciando la orgía mecánica hasta llegar al límite, que no es otro que el sentido común del conductor. Y en las malas carreteras de la región de Puglia, la razón se impone al corazón mucho antes de explorar sus límites.

Sin necesidad de llegar a ellos, el Portofino puede circular a punta de gas en ciudad o tráfico lento como cualquier utilitario, deleitar con aceleraciones de misil cuando se le solicita o frenar como una lapa en un auténtico suspiro, siempre mucho antes de lo que se imagina.

Entre medias, su botón mágico, el popular Manettino de Ferrari, una pequeña tecla giratoria situada en la base del radio derecho del volante, permite elegir el programa de reglajes que mejor se adapte a cada circunstancia para poder disfrutarlo siempre con la máxima seguridad. Y es que por increíble que parezca en un  coche de 600 CV, y al contrario de lo que ocurre con su inalcanzable precio, el Portofino ofrece una conducción asequible a cualquier conductor medio, y de hecho solo le exige una condición: que tenga el sentido común mínimo para respetar su inagotable poderío.

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