Estamos ante el Ineos Grenadier, un vehículo de lo más curioso. Y es que ya es único desde la idea que lo hace surgir, en 2017. En el famoso pub Grenadier de Londres y entre bebidas no 0,0 precisamente, Jim Ratcliffe aseguró a un grupo de amigos que sería capaz de desarrollar un gran todoterreno tradicional, después de que Land Rover comunicara que dejaba de fabricar el clásico Defender. Es fácil imaginarse esa reunión de amigos y, tras unas cuantas copas, la famosa frase ‘sujétame el cubata’.
Cinco años después y con el contenido de esa copa evaporado a buen seguro, esta bravuconada se convertía en realidad.
Más información
Aspecto duro
No podía ser de otra forma en un vehículo que va de duro. Su aspecto ya impresiona, para empezar con una altura de algo más de dos metros, casi lo mismo de ancho y una longitud de 4,68 metros.
Y en báscula, otra muestra de que se está ante un ‘peso pesado’: 2.811 kilos, sí, casi tres toneladas de puro músculo.
Por fuera, el tremendo paragolpes delantero, el pequeño y vertical parabrisas, así como el snorkel, las impresionantes ruedas todoterreno en llantas de acero de 17 pulgadas (con una rueda de repuesto en la puerta trasera, al más puro estilo de los genuinos Defender, vehículo en el que se basa y del que hereda componentes variados), o una escalera trasera para subir a su ‘tejado’ dejan a las claras que esto no es un SUV grande. Esto es algo más, algo para ‘surcar’ el mundo, por mucho que desaparezcan las carreteras y se complique la orografía.
Bienvenidos a bordo
Entrar en el Ineos es ya un ejercicio de agilidad y potencia. Aunque se sea alto, toca ‘escalar’ para llegar al asiento del conductor. Una vez instalado uno se queda embobado mirando al techo. Y es que una pléyade de botones e interruptores parecen dar la bienvenida más a un Airbus 320 que a un vehículo de cuatro ruedas.
Tras unos segundos extasiado y agradecido al señor Ratcliff que, por cierto, también creó la marca de ropa Belstaff y sus famosas chaquetas; si se mira hacia abajo el estupor todavía es más intenso.
31 botones, interruptores y palancas, sin contar la brújula; retan a cualquier conductor que se precie con sus diferentes funciones. Pero es que arriba están los mandos todoterreno y los fusibles para incorporar elementos extra, como unos faros sobre el techo, un cabrestante, etc. En este caso, 21 botones e interruptores que, sumados a los anteriores dan un resultado de 52 mandos de control físicos.
Porque por supuesto, posee una pantalla táctil central superior, también con funciones variadas. Pero no es nada intuitiva. Y está muy lejos del conductor. Parece diseñada por los amigos de Jim, justo el día de las copas.
Y en el volante alguno más, entre los que destaca un botón rojo que no, no es el de autodestrucción, ni siquiera el del lanzamiento de misiles nucleares. Se trata de un claxon especial para ciclistas. Sí, así es. Su intensidad es mucho menor que la del claxon normal y su propósito es no asustarles ni resultar demasiado agresivo.
El que tiene una intensidad desmedida es el calor del asiento calefactable. Tiene tres posiciones, pero con la primera ya es difícilmente aguantable más de cinco minutos. En la tercera debe ‘carbonizar traseros’.
El espacio a bordo es bueno, también detrás, para tres ocupantes, sobre todo por su tremenda altura. El maletero también está muy bien, con dos portones para acceder a él, que, sobretodo abatiendo los asientos traseros, se queda con un volumen tipo furgoneta, de más de 2.000 litros.
De lo bueno, lo mejor
Y lo mejor, en este coche es… el campo. Aquí puede tratar de tú a tú a los todoterrenos más avanzados de la clase, como el Mercedes Clase G, el Jeep Wrangler o el nuevo Land Rover Defender.
Solo hay que empezar echando un vistazo a sus posibilidades mecánicas. Casi 27 centímetros de altura libre al suelo y, por supuesto, modo offroad; seguido de palanca de reductora que también se encarga de bloquear el diferencial central. Por si esto no fuera suficiente, también se pueden bloquear los diferenciales delantero y trasero. Ah, ¿no se tiene bastante? Pues a ver qué tal con el ‘Modo Vadeo’ activable con un botón en el techo, al más puro estilo Comandante del Airbus antes mencionado.
Este último modo permite atravesar zonas de agua de hasta 80 centímetros. Para afrontar esas zonas con seguridad, lo que hace al activar este modo es desactivar los ventiladores, los asientos calefactables (o, mejor dicho, abrasadores) y activar un límite de velocidad máxima de 30 km/h. Solo se puede poner con la reductora metida y el diferencial central bloqueado. Y al activar este modo, también se enciende el modo offroad.
Se pasa por un río no muy profundo, pero a esos 30 km/h y salpicando de lo lindo. No entró al habitáculo ni una gota. Estanqueidad nivel Dios.
Y para el resto de obstáculos, con esta batería de elementos ‘todoterreno’, pocas cosas se le resisten. Si se queda atascado en algún sitio es que son las arenas movedizas que salían en las películas de antaño y que hace tantos años no se ven.
Por supuesto, también hay control de descenso, activable con otro botón ‘superior’. Usa el sistema anti-bloqueo de las ruedas (ABS) para que no haya que frenar. Y la velocidad a la que baja se puede seleccionar con los botones de control de velocidad de crucero del volante. El vehículo mantendrá una velocidad inferior a 25 km/h y a 10 km/h marcha atrás. Sí, marcha atrás…
Aunque se encuentren zonas preocupantes, de esas que con cualquier otro todoterreno de los antes comentados, no estarían muy claro superar, el Ineos Grenadier regala una sensación de poderío al volante, de ‘poder con todo’ que sube la autoestima por las nubes. En este recorrido, además de unas pendientes muy preocupantes de esas que hasta andando cuesta subir, transitando por el lecho de un río, con arena muy fina y suelta, también se afrontó y superó con garantías. Reductora, bloqueos y… sin problema ninguno.
En carretera todo cambia
Y es que si fuera de la carretera es el amo, dentro de ella es el sirviente. No, no es un vehículo para grandes trayectos por asfalto, ni siquiera cortos y ciudadanos.
Para empezar, por la salvaje desmultiplicación que lleva al volante a girar casi cuatro veces de forma completa de extremo a extremo y que tampoco se materializan en un giro brutal. No. En una esquina estrecha o en un garaje las maniobras se sucederán una tras otra. Todo no se puede tener. Pero, parece obvio, en el campo es difícil encontrar esquinas tan estrechas.
Esta misma desmultiplicación de la dirección es lo que más condiciona su rodar en carretera. Son múltiples las correcciones de dirección, hasta en línea recta. Y terminan hastiando un poco.
Tampoco ayudan a la comodidad los ejes rígidos, muy competentes y adecuados fuera del asfalto, pero que penalizan mucho en asfalto.
Respecto a su mecánica, diésel de tres litros con seis cilindros en línea y doble turbo. Un aparato así no podía tener menos. De origen BMW, con 250 CV y 550 Nm de par, es lo mínimo que necesita este mastodonte para poder hacer lo que hace en el campo. Suena bastante, sí. Sobre todo al acelerar con ganas. Pero también hace ganar velocidad a estas casi tres toneladas como si fueran la mitad.
Colabora en este logro el cambio automático de 8 velocidades y también procedencia BMW, del que rápidamente se reconoce la palanca. Rápido de reacciones y gestionando muy bien todo lo que tiene que gestionar, sobre todo en terrenos agrestes.
Con su peso, su tamaño y sus características, es obvio que lo suyo no son las prestaciones. De 0 a 100 km/h en 9,9 segundos (que parecen menos ‘desde ahí arriba) y una velocidad máxima de 160 km/h.
La cifra que sí sube un poco o un mucho más es la del consumo. Algo obvio con el Ineos. Este coche no es para ‘familiares de Greta’ o ecologistas convencidos. Porque aunque homologa algo más de 11 l/100 km, se trata de una auténtica quimera, difícilmente conseguible. En campo, puede rondar fácilmente los 15 litros dependiendo de las circunstancias. Y en carretera, 12-13 litros serán mucho más habituales.
Precio y equipamiento
A su precio básico de algo más de 75.000 euros hay que sumar unas cuantas ‘delicatessen’ a los que los más puristas no se podrán resistir y que en este coche parecen imprescindibles.
El paquete Rough (bruto, áspero en inglés) es el que aporta los bloqueos del diferencial delantero y trasero más unos neumáticos BFGoodrich All-Terrain T/A KO2. Eso sí, por 2.825 euros.
El segundo ‘pack’ que también llevaba esta unidad de pruebas era el ‘Smooth’ (suave) que, por 2.220 euros incorpora cámara de marcha atrás, líquido de parabrisas calefactable (sí, sí, el agua del limpia), o asistente de aparcamiento frontal, entre otros elementos.
Luego, la lista de opciones también es importante. El ‘snorkel’ o toma de aire elevada: 840 euros; la escalera trasera, 405 euros o las ventanillas de techo, 1.870 euros.
Como el malogrado y excelente actor Patrick Swayze en la película ‘De profesión duro’, este vehículo no tiene demasiados rivales. Y si surge alguno, lo más seguro es que acabe en el hospital o, en este caso, en el taller.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram