Un pick-up es, por definición, un vehículo de trabajo. Concebido para cargar bultos de todo tipo en su caja y para rendir en condiciones difíciles, lo cierto es que en pleno 2023 ya se ha sobrepasado esa concepción original para ir un paso más allá.
Un claro ejemplo de ello es el Ford Ranger, líder del mercado europeo de su categoría. En su quinta generación, busca demostrar (una vez más) que estos vehículos pueden combinar las características propias de una ‘mula’ de carga con las comodidades de un turismo.
Es el pick-up de acceso de Ford, por debajo del superventas F-150, que no está disponible en Europa. Sin embargo, no por ello es pequeño: con 5,37 metros de longitud, 2,20 metros de anchura (incluyendo unos gigantescos retrovisores) y 1,88 metros de altura, se trata de un vehículo imponente. La sensación la remata el hecho de que pese 2.283 kilos.
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Con tal tamaño, es imposible que no llame la atención. Sobre todo, en la deportiva versión Raptor, más musculosa que el resto de la gama. O en la Wildtrack, que se pudo probar en esta ocasión y que tiene disponibles colores tan vivos como el naranja que se ve en las fotografías.
Una gama completa, para cada tipo de necesidad
Aunque el enfoque de un pick-up es principalmente el laboral, en Europa el reparto de ventas demuestra que gran parte de la clientela busca las versiones más equipadas dentro de la gama.
Dejando al Ranger Raptor prácticamente como un modelo aparte, Platinum y Wildtrack se sitúan como las versiones tope de gama, dejando por debajo a los acabados XL y XLT. Según el histórico de ventas del modelo, el Wildtrack supone el 60% de las matriculaciones, tendencia que la marca espera que siga en esta quinta generación.
Se trata de una variante que busca ofrecer una dotación realmente completa y con acabados de buena calidad, distanciándose de las de acceso, algo más espartanas. Esto queda patente en el precio: el modelo parte de 39.090 euros, pero el Ranger Wildtrack arranca en 55.930 euros.
Amplio y de calidad, pero con algún pero
Acceder a un Ranger ya es una experiencia. Debido a su tamaño, incluso para los usuarios más altos será necesario utilizar el estribo lateral para entrar sin problemas, e incluso la agarradera del pilar A.
Una vez en el habitáculo, es imposible no reparar en lo espacioso que es. Su longitud y anchura dan para mucho, con sitio más que suficiente tanto en las plazas delanteras como en la fila de asientos trasera (en las versiones de carrocería que la tienen): cabeza, hombros y piernas van sobrados.
También queda patente el posicionamiento del Wildtrack dentro de la gama, con detalles de calidad como la tapicería de cuero, las costuras de contraste a juego con la carrocería o las superficies blandas en la parte superior del salpicadero. Sin embargo, la naturaleza estadounidense del modelo queda patente en el uso de plásticos duros en la gran mayoría de superficies.
Para compensar, la dotación de este acabado destaca en tecnología, montando la pantalla vertical central de 12 pulgadas (la básica es de 10). Sirve como centro de operaciones del sistema de infoentretenimiento SYNC 4, pero el modelo mantiene botones físicos para la climatización.
La pantalla está acompañada de un cuadro de instrumentos digital de 8 pulgadas altamente personalizable y que muestra la información seleccionada de manera clara y sencilla.
También es reseñable la inclusión de asientos calefactados (aunque el del copiloto no tiene regulación eléctrica) y un sistema de sonido Bang & Olufsen de alta calidad. Este Ford Ranger añade cámara de 360 grados (muy útil por el tamaño y al afrontar secciones todoterreno), seis modos de conducción, zona de carga inalámbrica y actualizaciones remotas gratuitas.
Una herramienta de trabajo preparada para todo
Esta voluntad por ofrecer un interior con la calidad propia de un turismo no implica que el nuevo Ford Ranger olvide su vocación original. Como herramienta de trabajo, cuenta con todo tipo de detalles y accesorios que resultan tremendamente útiles.
La gran protagonista es la caja de carga, que con una longitud de 1,56 metros y una anchura de 1,22 permite alojar incluso un europalé. Por otra parte, el Ranger está preparado para cargar hasta 1.000 kilos, a lo que se suma una capacidad de remolque de 3,5 toneladas.
El acceso resulta sencillo gracias a los estribos exteriores situados en los extremos. Además, dispone de una cubierta que se opera de manera electrónica, y la caja cuenta con protectores y con separadores para organizar la carga. Toda la zona cuenta con iluminación para trabajar de noche y dispone de tomas de corriente.
El Ford Ranger, sólo diésel
La oferta mecánica del Ranger varía en función de los acabados. Mientras que los básicos están disponibles con un diésel 2.0 EcoBlue de 170 CV, el Ranger Wildtrack emplea como bloque de acceso una versión potenciada de este, con 205 CV. Por encima, cuenta con el 3.0 V6 EcoBlue de 240 CV y 600 Nm de par.
Ambos se combinan en exclusiva con la caja de cambios automática de 10 velocidades y con el sistema de tracción integral. Este varía el par de manera automática entre ambos ejes.
Al volante
La unidad de pruebas (57.930 euros) montaba el motor más potente de la gama, un bloque contundente, sobre todo gracias a su par máximo. Con él, acelera de 0 a 100 km/h en 8,7 segundos y alcanza una velocidad máxima de 180 km/h.
Al apretar el acelerador se nota la reacción, pero no se puede calificar como un vehículo rápido. Tiene 240 CV, pero ha de mover más de dos toneladas, lo que hace que acelere de una manera progresiva.
De hecho, el peso es un factor clave que hay que tener muy en cuenta al conducirlo. Además de ponerlo en movimiento, hay que frenarlo, algo para lo que, lógicamente, son necesarios bastantes más metros que con automóviles más livianos. El sistema de frenos, por su parte, tiene un buen desempeño, con una mordida muy homogénea durante todo el recorrido del pedal.
Consumo del Ford Ranger
Otra consecuencia del tamaño y peso del Ford Ranger es un consumo de combustible muy alto. Durante el trayecto, que fue de unos 230 kilómetros, principalmente en autopista y con un menor tramo en pista, tanto en ascenso como en bajada, el registro fue de 12,5 litros cada 100 kilómetros. Queda por encima de los 10,1 que homologa de manera oficial, y eso teniendo en cuenta apenas se hicieron 15 kilómetros por ciudad.
Lo que es destacable es que, aunque no sea el vehículo más ágil del mundo, es realmente estable y de reacciones muy nobles. Su suspensión trabaja bien y, sorprendentemente, por el tipo de vehículo que es, resulta bastante firme. Y transmite mucha información de lo que ocurre en la carretera.
En términos generales el aislamiento acústico en la cabina es bastante bueno, percibiéndose únicamente, el ruido aerodinámico provocado sobre todo por los enormes retrovisores.
Por último, en lo relativo a la conducción fuera del asfalto no se le puede pedir mucho más. El Ford Ranger lidia con una pista rota como si fuera autopista, pudiendo circular a buen ritmo sin molestia. Lo hace gracias al sistema de tracción integral y a los generosos ángulos de ataque, ventral y salida. Su altura libre al suelo es de 21,9 centímetros.
Llama la atención que, pese a la firmeza de la suspensión en carretera, el filtrado en terrenos difíciles es sobresaliente. Digiere de manera destacada incluso los escollos más grandes (piedras, baches, agujeros) y es un vehículo bastante cómodo.
En las zonas más complicadas tampoco debería tener ningún problema, como no lo tenía la generación previa, aunque en esta ocasión no fue posible ponerlo a prueba.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.