Audi Quattro Sport Coupé: el mito cumple 40 años

Audi revolucionó el mercado de la automoción en 1984 con el lanzamiento de uno de sus coches más genuinos.

Audi Sport Quattro Coupé

El modelo de Rally y el de calle de uno los automóviles más icónicos de las últimas décadas.

El Audi Quattro con tracción a las cuatro ruedas permanente, se exhibió por primera vez en 1980 en el Salón del Automóvil de Ginebra. Inmediatamente, desató una ola de entusiasmo por este tipo de tracción total por todo el mundo y, a partir de la temporada de 1981, revolucionó la historia de los rallies internacionales.

En el verano de 1982, la fábrica de Audi en Ingolstadt comenzó a desarrollar un modelo Quattro con una distancia entre ejes más corta y un motor de cinco cilindros basado en el coche destinado a los rallies. Sin embargo, antes de que el coche pudiera ser inscrito como competidor en la categoría Grupo B de rallies, las regulaciones internacionales de automovilismo exigían que se hubieran construido al menos 200 unidades.

El ‘Sport Quattro’ se exhibió en el Salón del Automóvil de Fráncfort en septiembre de 1983. Con su potencia de 306 CV se convirtió en el coche de producción en serie más potente de Alemania en ese momento. Aun así, los ingenieros lograron el difícil compromiso de crear un modelo puramente deportivo y un coche de calle muy fiable, que se podía incluso conducir cómodamente entre el tráfico del día a día. 

Audi Quattro Sport Coupé

Este espectacular coche disponía de una carrocería de plástico reforzado con fibra de vidrio y aramida, aunque también incorporaba compuestos de fibra de carbono y kevlar para reducir el peso total del conjunto. Además, montaba un poderoso motor turboalimentado de cinco cilindros y 2.1 litros, que entregaba una potencia de 306 CV. La velocidad máxima llegaba a los 250 km/h.

Este Quattro Sport Coupé era más corto que el modelo Quattro básico de calle. Sus medidas muy contenidas se quedaban en los 4,1 metros de largo, los 1,7 metros de ancho y 1,3 metros de altura. Aunque lo que realmente llamaba la atención era su distancia entre ejes (2,2 metros) y su contenido peso, de tan solo 1.300 kilogramos.

El modelo de Rally y el de calle de uno los automóviles más icónicos de las últimas décadas.

Algo más de 200 unidades

Para el 26 de abril de 1984, ya se habían construido los 200 coches necesarios para la homologación del Sport Quattro como coche de rally. Dado que las ventas a propietarios empezaron hasta un tiempo más tarde, todos los coches fueron fabricados por adelantado. Esto hizo que se limitara la elección de colores a cuatro: Rojo Tornado, Azul Copenhague, Verde Malaquita y Blanco Alpino.

Aunque existen dos unidades muy especiales en color negro, que nunca llegaron a ponerse a la venta, ya que fueron suministrados en exclusiva a Ferdinand Piëch, el presidente de Audi en ese momento. En total, se produjeron 214 unidades del Sport Quattro Coupé. A día de hoy, no son muchas las que quedan en perfecto estado, tal y como se encuentran las cuatro (una de cada color) de las que dispone el Audi Tradition Center y que dispusieron para que la prensa pudiera probarlas. Su precio ronda los 500.000 euros por unidad.

Los cuatro colores que salieron a la venta junto al coche de rallies de 1985.

Sensaciones de conducción

Subirse a un coche que ya tiene a sus espaldas 40 años, retrotrae directamente al pasado; es un viaje en el tiempo en el que las sensaciones tras un volante poco tenían que ver con las actuales. En el caso del Audi Quattro Sport Coupe, la postura de conducción es cómoda, aunque no cuenta con los aditamentos de los modelos del presente. El asiento, por ejemplo, se regula en distancia a los pedales, mediante una palanca. Nada de ajustes electrónicos para elevar la altura o para las lumbares.

Además, para los usuarios altos es complicado echar el asiento tan atrás como en los modelos más modernos. El Audi Quattro es un vehículo de 2 + 2 plazas, aunque las traseras pasan a ser puramente testimoniales. La cuna del asiento, por esta circunstancia, tiene un tamaño más pequeño, por lo que no permite mucho espacio para que las piernas largas se asienten con comodidad sobre los pedales, obligando a llevarlas más abiertas a los lados del volante. Aunque esta circunstancia no evita la diversión al conducir.

La conducción y las sensaciones que transmite siguen siendo una delicia.

Tacto de los 80

El embrague, por su parte, tiene un tacto completamente distinto al de los automóviles más modernos. Dispone de mucho recorrido, pero en los primeros tramos, según se va levantando el pie, no ocurre nada. Es imprescindible dejar que el pedal haga todo su recorrido hacia arriba, quitando el pie del todo para que el Audi comience a moverse. Puro tacto de los años 80.

Otro elemento completamente distinto de los actuales y que choca al conductor nada más subirse al coche, es la dirección. Más desmultiplicada que en los modelos modernos (hay que dar más vueltas para que haga el mismo giro) y más dura, aunque sigue siendo muy precisa, solo hay que cambiar el chip cuando se recorren los primeros kilómetros. El cerebro debe acostumbrarse a un tacto general del coche que se dejó atrás hace años, aunque esto no le resta un ápice de diversión, todo lo contrario.

El interior de los años 80 se conserva en perfecto estado.

Divertimento aspirado

Las aceleraciones, pese a contar (únicamente) con 306 CV, son fulgurantes. El turbo comienza a insuflar aire en el pentacilíndrico y la aguja del cuentarrevoluciones escala hacia la zona roja. Solo se deben de ir engranando marchas mientras se gana velocidad. Otro de los aspectos más destacados es el sonido. El tubo de escape emite un aullido bronco que trae reminiscencias de una época en la que las restricciones no estrangulaban a los coches, como sucede en la actualidad.

La larga prueba transcurrió por parajes de montaña y carreteras secundarias a las afueras de Ingolstadt, ciudad alemana que alberga la sede central de Audi. Pese a contar con 40 años, los cuatro modelos que se pusieron a disposición de la prensa especializada parecían que habían salido de la cadena de montaje hace pocos días. 

El genuino motor turbo de cinco cilindros y 20 válvulas del Audi Quattro Sport Coupé.

Emoción y nostalgia

A pesar de tener más de 90.000 kilómetros en sus odómetros, el cuidado y el mimo que los trabajadores del Audi Tradition Center vuelcan sobre los vehículos históricos de la marca, es envidiable. Nada falló nada durante la prueba, no dieron ni un problema, y bien es cierto que los periodistas no iban de paseo precisamente, siguiendo al coche que habría la comitiva, conducido por trabajadores del equipo del Audi Tradition, instaba al resto a pisar el acelerador para ir a su ritmo.

Este viaje en el tiempo, con uno de los coches más icónicos de la década de los 80, es un canto a la automoción. Y no, no es cierto que cualquier tiempo pasado sea mejor. Cada era, hablando exclusivamente de automóviles, tiene cosas buenas, regulares y malas. Lo que sucede es que volver a sentir emociones que estaban perdidas en el baúl de los recuerdos, recupera la nostalgia por aquellos momentos en que los vehículos no estaban gobernados por un cerebro electrónico que decide que es lo mejor que se debe de hacer en cada momento.

La nave en la que los empleados del Audi Tradition guardan alguno de los incunables.

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Rubén Pérez

Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.

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