Durante la presentación el mes pasado del Volvo EX90, la empresa mostró también las líneas de un crossover básico y mucho más pequeño que podría llegar con un precio de alrededor de 30.000 euros.
El actual vehículo eléctrico de entrada a la marca es el Volvo XC40 Recharge y comienza con un precio de algo más de 47.000 euros, lo que supone 17.000 euros más que la serie especial hasta finales de año del motor de combustión T2 de 129 CV, que se oferta por 29.900 euros. Esta diferencia deja al Recharge fuera del alcance de muchos consumidores.
Respecto al futuro Volvo EX30, pese a ser asequible, promete tener un equipamiento de seguridad de alto nivel, sin abandonar la calidad de construcción de Volvo. Su tamaño más pequeño ayudará a mantener los costes bajos y, además, se podrá elegir entre varias capacidades de baterías para ajustar la gama a las necesidades de los clientes.
Por suscripción
Según la marca, el modelo se ofrecerá mediante suscripción, con un compromiso de tan sólo tres meses. El objetivo es que esto atraiga a un público “mucho más joven”, que probablemente ni siquiera acudirá a un concesionario, ya que todo se gestionará por Internet. Aunque un compromiso de tres meses no es muy largo, la firma cree que los clientes mantendrán sus suscripciones durante más tiempo por su carácter flexible.
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El consejero delegado de Volvo, Jim Rowan, supone que muchos de los compradores del EX30 tendrán solo 18 años y adquirirán un coche por primera vez. En su opinión, se sentirán atraídos por la flexibilidad y el “precio adecuado”, así como por el seguro y la asistencia en carretera incluidos en Care by Volvo.
El EX30 se fabricará en China. Aún no está claro si el crossover también saldrá de otras fábricas, pero se espera que el modelo se monte sobre la arquitectura sostenible de Geely.
Además de hablar del EX30, el máximo dirigente de la compañía reiteró en su presentación que el XC90 se quedará un tiempo en la gama de la marca sueca.
El eléctrico EX90 es esencialmente su sustituto, pero el ejecutivo señaló que en las zonas interiores de Estados Unidos y China están tardando más en electrificarse. Entre otras razones, por la falta de infraestructuras de recarga y por el hecho de que los habitantes de estas zonas tienen que desplazarse al trabajo durante más tiempo.
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