Todo empezó tras la inauguración en Madrid del nuevo concesionario de la marca India. Una veterana que lleva ente nosotros desde 1901, fabricando primero en Inglaterra y desde 1949 en la India, con muy pocos cambios en cuanto a su mecánica. Hoy en día en nuestro país podemos comprar las Bullet (Bala) en su versión Classic o Electra, además de la Café Racer Continental GT, todas con motor de 499cc. Eso sí, han cambiado la carburación por inyección y se pueden arrancar mediante un botón, aunque conservan su pedal para la “patada”.
Día 1: De Bombay a Guhagar, 275 km
Bombay fue el punto de partida de la Costal Ride, bautizada así por la proximidad de la ruta con el mar. Mi moto, una Royal Enfield Classic está perfectamente dispuesta junto con las otras, nueve riders más con Bullet, Continental GT y más Classic. Sus nombres, impronunciables para mí hasta el penúltimo día: Shekhoo Raja, Jaskirat Bawa, Pawan Kumar, Vikrant Shanbhag
Shrikar Chavan, son periodistas de motor, influencers y blogeros del mundo de las motos en india, Harsh Man Rai, Ketan Kundargi y pertenecientes a Royal Enfield India, Parakram Jazarika nuestro organizador, el encargado de engranarnos a todos y de que todo saliese perfecto.
El viaje comienza muy temprano, con un jet lag y cansancio por mi día y medio de vuelo que se me olvida en cuanto puedo hacer unos kilómetros.
Antes de partir, una pequeña anécdota. Cuando me dan las llaves del modelo Classic me piden que dé una vuelta por el parking del hotel:
– Alicia esta es tu moto, ¿Te importa dar una vuelta por aquí antes de salir?
– Claro, como no, ¿es que quieres ver que se conducir bien?
Esto lo dije, pero me quedé pensando: Vaya, no se fían de que pueda llevar esta moto hasta el final. Lo peor de todo, es que para mi, lo más complicado siempre son las maniobras en parado, así que no quedaron muy convencidos de mi habilidad sobre ruedas.
La Classic me resulta muy cómoda pese al tremendo tráfico indio, las carreteras llenas de agujeros y los obstáculos que encuentro en el camino. Pronto nuestra ruta comienza a olvidarse de la gran ciudad y el ritmo resulta mucho más agradable.
Cada rider va pendiente de su retrovisor, por lo que mi miedo a perderme por viajar sin GPS y por no tener ni idea de leer el indi, desaparece en poco tiempo. La ruta nos lleva a cruzar una cadena de pequeñas montañas, con curvas estupendas y a un buen ritmo. Parada para tomar algo en medio del camino y continuar nuestra ruta hacia el sur. Esta vez llegamos casi de noche. Para mí ha terminado el día, ni cena ni playa, estoy muerta y necesito descansar.
Día 2: de Guhagar a Ambolgad, 140 km
Bien temprano, mi maleta está junto a la moto, mi casco limpio y yo con la ropa puesta. Me doy cuenta de que voy demasiado deprisa y que en esta rodada la tranquilidad y el disfrutar cada minuto de lo que nos rodea es indispensable. De nuevo cambio el chip de mi cabeza y lo dejo en “modo viaje”. El coche de asistencia se encarga de cargar cada mañana nuestra pesada maleta, de preparar y revisar las motos cada tarde, es todo perfecto.
Parakram se preocupa de que yo esté bien y haya descansado y poco a poco comenzamos a conocernos unos a otros. La ruta es magnífica, desde las montañas bajamos hacia la costa, va a ser una jornada de una gran belleza y aunque de pocos kilómetros, llegamos al anochecer. Hemos cruzado dos ríos, hemos parado a tomar algo, a comer y el premio es poder rodar por una de las playas más hermosas de esta parte de India. Desierta, solo para nosotros. Es algo que no se puede hacer en cualquier lado, por lo que la sensación de libertad que regala, es increíble.
Esta noche me apunto a lo que sea, me encuentro de nuevo con fuerza y bien descansada, el ritmo de conducción debido a las condiciones de las carreteras no nos permite superar los 80 km/h de media por lo que el viaje resulta perfecto.
La noche cae sobre nosotros y mirando el mar, con una caja de cervezas y comida de picoteo, hermanamos nuestras vidas, reímos y repasamos las anécdotas y fotos del día.
Día 3: de Ambolgad a Malvan, 110 km aproximadamente
El tercer día nos brinda una de las mejores vistas del viaje. Junto con Ketan y Shekhoo hacemos una escapada para intentar llegar con las motos hasta el borde de un acantilado, aunque nos resulta imposible sobre ruedas, usamos nuestra propia propulsión para acercarnos a disfrutar de las vistas de una playa virgen de más de siete kilómetros, los minutos que nos quedamos embobados mirando el mar no tienen precio.
El viaje continúa muy pegado a la costa. Tenemos que coger dos ferris que llegan cargados de coches y pequeñas furgonetas. Aún no hemos encontrado a nadie que baje por los mismos caminos que nosotros a la Rider Manía, lo que nos hace sentirnos aún más auténticos. Es increíble la belleza del paisaje, con inmensos ríos que se juntan con el mar, embarcaciones de madera que marisquean y pescan en su cauce, las palmeras que llegan hasta el borde de la tierra…
Llegamos a uno de los mejores lugares en los que hemos estado, la playa de Malvan, el premio esta vez es una mesa llena de picante comida y unas horas bajo la luz de las estrellas con los pies en la arena que Parakram, el perfecto anfitrión, ameniza con sus historias. El intercambio de fotografías y anécdotas nos reúne aún más en torno a la mítica Royal Enfield.
Día 4: de Malvan a la Rider Mania, Hilltop, Vagator, 105 km
Despertamos con el ánimo por las nubes, hoy mismo llegamos a nuestro destino, la playa de Vagator, en una de las partes más conocidas y bellas de India, Goa. En el camino rodamos adelantándonos unos a otros, vigilando nuestros retrovisores, somos un gran grupo de diferentes personas unidas por la pasión del equilibrio. Me siento como uno más, no hay ningún problema.
Las paradas para hacer fotos se suceden, tenemos todo el día por delante y en realidad, ninguno queremos que acabe, aunque deseamos llegar a nuestro destino.
Esta vez el cruce de uno de los ríos es compartido con otros riders que llegan de diferentes partes de la India en sus Royal Enfield, todos, excitados por llegar a la meta, reímos y disfrutamos aún más de estas últimas horas, de los últimos kilómetros juntos.
Vacas en la carretera y mucha gente en los pueblos que cruzamos hacen que, junto con el color increíble de los saris de las mujeres, nuca me olvide donde estoy rodando. Algo más tarde del medio día llegamos al parking de la Rider Manía. Abrazos, palmadas y alguna lágrima de emoción por mi parte. Hemos llegado, pero lo mejor de todo es que nunca olvidaremos estos cuatro días en los que nos hemos conocido.
Finalizamos nuestro periplo con un paseo por Old Goa, una antigua ciudad portuguesa llena de espectaculares iglesias y una gastronomía que me hace recordar a nuestra Península. Casas de colores y el olor a ciudades como Porto que te trasladan al otro continente.
La meta, la gran fiesta anual que reúne a más de 6.000 riders y sus Royal Enfield es un gran espectáculo lleno de buena música, luces, pantallas de led y un montón de actividades; desde concursos de beber cerveza hasta competiciones de off road. Un fin de semana inolvidable en un marco, el de Goa, irrepetible.
Conducir una Royal Enfield en India ha resultado una experiencia que nunca voy a olvidar, pero conocer a riders de una cultura tan diferente y saber que al final, nos une lo mismo, es algo que me llevo en el corazón.
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