Son muchas las ciudades (Ámsterdam, Londres, París, Nueva York…) que llevan tiempo luchando contra la contaminación acústica del tráfico rodado. Lo hacen instalando radares de ruido, que vigilan los decibelios procedentes de los tubos de escape.
La mayoría de las normativas que regulan la contaminación acústica tienen como objetivo poner coto a los vehículos con escapes modificados. Sin embargo, estos sistemas no diferencian entre los accesorios originales y los añadidos posteriormente. Esto supone un problema para los coches más prestacionales.
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Nueva York ha sido testigo de ello. La ciudad instaló radares de ruido que se activan cuando un vehículo produce, al menos, 85 decibelios a una distancia de 15 o más metros desde el lugar en el que están instalados. Eligieron esa cifra porque, a partir de ese nivel, el ruido puede producir daños en la audición humana.
Cuando el escape de un coche supera los 85 dB, la cámara del radar de sonido hace una fotografía al infractor y emite una multa. La primera vez, es de 800 dólares (745 euros, según el cambio actual). Los reincidentes podrán pagar hasta 2.625 dólares (2.440 euros).
La sanción que recibió el propietario de un Porsche 911 Carrera S de 2010 fue de 800 euros. El deportivo alemán, con el escape de serie, superó el límite ligeramente: el radar de ruido registró un nivel de 90,4 dB, 5,4 más de lo permitido.
Los hechos tuvieron lugar cuando el conductor aceleró hasta un semáforo. Admitió que superó el límite de velocidad de 40 km/h (iba a 56 km/h), pero aseguró que no estaba exprimiendo el Porsche 911. Ahora queda por ver si su reclamación, basada en que el escape es el de serie, sale adelante.
Radares de ruido en España
En España sólo hay una ciudad que ha apostado por instalar radares de ruido para frenar la contaminación acústica proveniente del tráfico, multando a los vehículos que superan ciertos niveles.
Barcelona ha colocado estos radares en 11 puntos de la ciudad y, también, en la carretera C-31. Eso sí, por ahora están en fase de pruebas y no multan a los vehículos infractores.
Por su parte, la Dirección General de Tráfico (DGT) no tiene radares de ruido entre sus sistemas de vigilancia, aunque pueden sancionar a los coches que superen cierto nivel. Y es que la normativa establece un límite máximo de 87 dB: quien supere esta cifra o la que figura en la ficha técnica del vehículo será sancionado.
- Hasta cuatro decibelios: 90 euros.
- Entre cuatro y siete decibelios: entre 91 y 300 euros.
- Más de siete decibelios: entre 300 y 600 euros.
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