La gran inversión que se desvanece rápidamente: descubre los coches que más valor pierden en el mercado

El mercado automotriz de segunda mano se ha convertido en un espejo de la rápida evolución tecnológica y económica en la que se encuentra el continente europeo. Comprar un coche es una inversión cuyo valor empieza a menguar en el momento de la adquisición. De hecho, en España, la pérdida de valor es prácticamente instantánea: se estima que un vehículo nuevo pierde entre un 15 y un 18% de su valor nada más salir del concesionario, debido principalmente a los impuestos (esencialmente el de matriculación) y al cambio de su estatus a “usado”.

Esta devaluación inicial se acelera en los tres años posteriores, situándose la depreciación media de un vehículo nuevo en torno al 32% en Estados Unidos y se eleva hasta el 38% en el Reino Unido, una cifra que sirve de referencia para gran parte de Europa. Esto significa que el coche promedio retiene poco más de la mitad de su coste original al llegar a los cinco años.

Comprender esta curva de valor es crucial, ya que los estudios más recientes, como el de la empresa iSeeCars en Estados Unidos, señalan tendencias claras sobre qué vehículos aguantan mejor el paso del tiempo y cuáles se convierten en auténticos pozos de depreciación en el mercado.

La caída libre del coche eléctrico (y de lujo)

El segmento que más está sufriendo esta devaluación acelerada es el de los vehículos eléctricos. La constante mejora en autonomía y la veloz incorporación de baterías más eficientes empujan a que los modelos de hace pocos años se queden obsoletos rápidamente, desplomando su valor residual. Un reciente análisis del mercado global subraya que los modelos eléctricos de lujo han perdido, de media, más del 58% de su valor en tan solo cinco años.

Por ejemplo, el célebre BMW i3, a pesar de su diseño innovador, se sitúa a la cabeza de la pérdida de valor en algunas clasificaciones, con depreciaciones que superan el 57% en cinco años. Modelos prémium de alta gama, como el Porsche Taycan, o los grandes SUV de lujo, como el Lincoln Navigator o el Audi Q8, también registran caídas vertiginosas, perdiendo cerca de la mitad de su precio en un lustro. Esta alta depreciación se debe a sus elevados costes iniciales y a sus onerosos mantenimientos.

Los modelos que mejor retienen su valor

En contraste con las pérdidas en el segmento de los automóviles de lujo y en el de los vehículos eléctricos de primera generación, hay coches que demuestran ser auténticos refugios de valor. Y es que la clave es la fiabilidad, la demanda que genera ese modelo y, por supuesto, la utilidad.

Los grandes triunfadores son, un año más, los todoterrenos robustos y los pick-ups (estos últimos en el mercado estadounidense), junto con los coches deportivos de culto. La depreciación más baja registrada la exhiben modelos legendarios como el Porsche 911 o el Land Rover Defender, que conservan casi el 70% de su valor después de tres años. Marcas japonesas como Toyota, con el Tacoma (en Estados Unidos) y sus modelos de alta fiabilidad como el Toyota Yaris Cross o el Toyota Corolla en Europa, también se encuentran consistentemente entre los vehículos que menos valor pierden.

El futuro de la depreciación

Los expertos señalan que el mercado de 2026 se enfrenta a una moderación general, con la expectativa de que los valores residuales se estabilicen. Sin embargo, la lección es clara: si el objetivo es minimizar las pérdidas, hay que apostar por la fiabilidad probada y la exclusividad, o evitar los vehículos que se ven afectados por la acelerada curva de innovación.

Finalmente, un actor crucial que todavía no permite sacar conclusiones firmes es el de los fabricantes chinos. A pesar del gran desembarco de infinidad de marcas en los mercados occidentales (Europa y Estados Unidos) durante los últimos dos años, todavía no existe una base de datos histórica suficiente para contrastar su valor residual a largo plazo. La fiabilidad y la retención de valor son conceptos que se miden con el tiempo; por lo tanto, habrá que esperar todavía un par de años para obtener datos sólidos y determinar cómo se posicionan los vehículos chinos en depreciación frente a las marcas occidentales y japonesas ya consolidadas.