Surtidores con brazos robóticos, vehículos autónomos y conectados que permiten repostar y pagar sin necesidad de salir del habitáculo, automóviles que permiten mezclar aditivos para crear combustibles personalizados, plataformas digitalizadas donde entregar y recoger pedidos online… Es una radiografía de cómo serán las gasolineras del futuro, que poco o muy poco tendrán que ver con las actuales.
En la próxima década, las nuevas necesidades asociadas a los vehículos eléctricos, híbridos, autónomos y compartidos obligarán a las estaciones de servicio a readaptarse para poder cubrir esos servicios.
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Todo ello, sumado a un progresivo descenso en la demanda de gasolina y diésel, hará que cambien los modelos de negocio, que deberán adaptarse a esta nueva realidad. Así es, al menos, el panorama que describe un estudio elaborado por la consultora Oliver Wyman, en el que presenta unas estaciones de servicios donde la digitalización lo dominará todo.
En este nuevo ecosistema, el automóvil ganará protagonismo en detrimento del conductor, que pasará a un segundo plano. Gasolineras y vehículos se comunicarán entre sí para seleccionar el combustible, de tal manera que se podrá repostar sin que el conductor se involucre en el proceso.
Las gestiones de pago se harán a través de apps que estarán integradas en los respectivos sistemas informáticos. Pero hay más. Los puntos de carga eléctricos se multiplicarán en las estaciones de servicio, que también atenderán a vehículos que funcionan con gas natural comprimido y licuado.
Y las gasolineras se convertirán en grandes centros logísticos de gestión de pedidos online. “Un concepto de tienda de conveniencia que se expande con la economía colaborativa, en la que se podrá repostar combustible de forma más sofisticada y, además, recoger pedidos que han sido entregados en la estación por un dron”, señala el informe.
Repostar de madrugada
Incluso cambiarán los hábitos. En el año 2035, la hora punta de actividad en una estación de servicio será de madrugada, cuando los vehículos autónomos acudan a repostar de forma automática para estar preparados para los trayectos previstos por los conductores al día siguiente. Un repostaje que incluso podría no tener lugar en las gasolineras, ya que comenzarán a aparecer los servicios de combustible por encargo, en los que los clientes pueden solicitar que su pedido sea enviado al aparcamiento de su oficina.
En España, este escenario de ciencia ficción produce aún cierto escepticismo entre el sector. “En un periodo de tiempo bastante largo, las gasolineras van a ser muy parecidas a como son ahora”, apunta el secretario general de la Agrupación Española de Vendedores al por menor de Carburantes y Combustibles (Aevecar), Víctor García Nebreda. De hecho, insiste en que la automatización y la digitalización ya están presentes en las estaciones de servicio. En muchas de ellas, los clientes ya pueden pagar a través de apps desde su propio teléfono, y desde hace tiempo, la mitad de los pagos se hacen con tarjeta.
García recuerda que en algunas gasolineras ya se vende por Internet, y que existen acuerdos con algunas empresas de mensajería como puntos de entrega de mercancías. “Es probable que en poco años se generalice en las gasolineras el e-commerce, porque en el proceso de la última milla, estos establecimientos tienen una serie de ventajas para el cliente: horarios amplios, facilidad de estacionar el coche…, pero el concepto de negocio se va a mantener, no creo que cambie demasiado en bastante tiempo”, afirma.
Digitalización constante
El objetivo, sostienen en Aevecar, es que las gasolineras garanticen la movilidad de todos los vehículos, por lo que es necesario “seguir con la transformación constante del negocio, acogiendo todo tipo de energía”. Esto implica invertir en digitalización, pero en el sector conviven grandes multinacionales con pymes y microempresas, lo que dificulta que la transformación digital “se aplique al mismo nivel y a la misma velocidad”.
De lo que sí se muestran convencidos es de que la electrificación de los vehículos implicará un avance tecnológico de los coches, que cada vez estarán más interconectados mediante apps, GPS, redes telefónicas… Y eso repercutirá en las estaciones de servicio.
“Lo que no acabo de ver son los brazos robóticos ni drones. El tráfico de drones es un tema muy delicado, en determinadas zonas su uso está prohibido por las autoridades. Y la instalación de un robot para llenar un depósito no tiene mucho sentido. Una recarga de carburante en un coche no dura más de dos minutos, no compensa. Otra cosa es la recarga eléctrica. Aquí dependerá de cómo evolucione el tema, pero sí hay más margen para innovaciones”, explica García Nebreda.
De hecho, algunas estaciones de servicio ya están experimentando con modelos predictivos y otras novedades, como el pago por móvil. En 2022, por ejemplo, se espera que los coches estén equipados con suficiente conectividad a Internet para que puedan recomendar a sus conductores dónde repostar, así como para efectuar el pago directamente.
Y en Reino Unido, por ejemplo, compañías como Jaguar y Shell ya están experimentando con capacidades avanzadas de interacción entre estaciones y vehículos. Un panorama que nada tiene que ver con la de aquellos surtidores de no hace tantos años, en los que solo se vendía gasolina, líquido de frenos y limpiaparabrisas
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