El intenso calor no sólo puede causar estragos en el coche o en los conductores: también afecta a las infraestructuras. Tanto es así, que las carreteras que más años y kilómetros acumulan pueden acortar su vida útil si se ven obligadas a soportar elevadas temperaturas.
Cuando se construye una carretera, se prevén espacios para que el asfalto se expanda y se contraiga: son las juntas de dilatación de la vía. Sin embargo, cuando la situación es extrema, estos huecos pueden ser insuficientes: si la vía no puede incrementar o reducir su volumen, el pavimento puede combarse o romperse.
Más información
Carreteras viejas, las más débiles
Esto sucede, sobre todo, cuando el material de la vía es tan viejo como débil. Las carreteras hechas con hormigón asfáltico son más flexibles y, por lo general, no llegan a resquebrajarse. Sí pueden, no obstante, dar pie a baches: algo que ocurre, sobre todo, en los puntos donde se juntan el hormigón y el asfalto.
En el caso de las que son más antiguas y debido a las temperaturas extremas, las carreteras se expanden más de lo que calcularon cuando fueron diseñadas: cuanto más calor hace, más se expande el material del pavimento hasta doblarse o romperse.
Un fenómeno que se multiplica en los días más soleados cuando el calor pasa de moderado a extremo. En este escenario, la temperatura de la vía puede alcanzar decenas de grados por encima de la que marcan los termómetros.
Tanto una carretera combada como una rota es muy peligrosa para cualquier conductor. Las autoridades recomiendan no pasar por encima de ellas, reducir la velocidad de circulación y cambiar de carril siempre que sea posible.
Asfalto roto en EEUU por el calor
Esto es lo que, precisamente, está ocurriendo en Estados Unidos. Este verano, gran parte del país está viviendo bajo un calor extremo que se ha convertido en el principal enemigo de sus infraestructuras.
Tanto es así que dos secciones de la autopista I-94, a su paso por Minnesota y cerca de la frontera con Dakota del Sur, se combaron y se rompieron. En ese punto, las temperaturas alcanzaron los tres dígitos: cabe recordar que en EEUU se mide en grados Fahrenheit y no Celsius. Por lo tanto, 100 grados ºF son 37,7 ºC.
Desde el pasado 17 de julio, las temperaturas no han bajado de los 26,6 grados y en la zona del incidente han llegado a los 36,6 grados: la cifra más elevada desde el 19 de junio de 2022, cuando el mercurio alcanzó los 38,3 grados.
Eso sí, el sol no es el único culpable de que las infraestructuras estén sufriendo semejantes daños. La lluvia excesiva, así como los ciclos de congelación y descongelación, son los principales fenómenos climáticos que también causan grietas y baches en la carretera. Tanto es así que el 70% de las vías ubicadas en el entorno de las Montañas Rocosas o en Alaska, por ejemplo, sufren roturas de este tipo.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram