El airbag salva vidas, pero nadie lo revisa: por qué los mecánicos lo ignoran en las revisiones

Los airbags son obligatorios por ley desde 2006 y cumplen una función vital: reducir el movimiento del conductor y los pasajeros en caso de impacto, evitar golpes contra el interior del vehículo y minimizar el riesgo de lesiones. Su papel en la seguridad vial es indiscutible. Entonces, ¿por qué los talleres no los revisan durante las inspecciones rutinarias?

Junto con el cinturón de seguridad, el airbag es el elemento de seguridad pasiva más importante del coche. Según datos proporcionados por la Dirección General de Tráfico (DGT), se ha demostrado que este sistema evita, aproximadamente, un 14% de muertes en conductores y un 11% de daños en pasajeros.

La mayoría de los vehículos incorpora seis airbags: dos frontales, dos laterales para la cabeza y dos laterales para el tórax, aunque en algunos modelos estos últimos se combinan en uno solo. Existen otros tipos, como los airbags de rodilla o de cortina, pero no forman parte del equipamiento obligatorio.

El airbag desempeña un papel esencial en la seguridad del vehículo, lo que lleva a muchos conductores a preguntarse por qué no se incluye en las revisiones periódicas. La explicación está en los materiales con los que se fabrica, especialmente en los modelos más recientes, que permiten que el sistema se mantenga en buen estado durante más de 25 años, según diversos estudios.

¿Caduca un airbag?

Sin embargo, las autoridades de Tráfico advierten que, pasados entre 10 y 15 años, los fabricantes dejan de garantizar el correcto funcionamiento del airbag. Un plazo que coincide con la vida útil media de muchos vehículos.

Por ello, en coches más antiguos (especialmente los primeros en incorporar este sistema de seguridad) se recomienda revisar el airbag e, incluso, sustituirlo. Aunque los fallos son poco frecuentes, pueden existir. El libro de mantenimiento del vehículo indicará si es necesario realizar el cambio y cuándo hacerlo.

¿Cuándo hay que cambiar un airbag?

Existe una situación en la que es imprescindible sustituir los airbags: cuando se han activado tras un impacto. Una vez desplegados, pierden por completo su efectividad. No pueden repararse ni reutilizarse.

El sistema de airbag está compuesto por tres elementos clave: sensores de impacto, un dispositivo de inflado y la propia bolsa de aire. Ante una colisión, una centralita electrónica realiza cálculos para determinar si debe activarse. Si la respuesta es afirmativa, se libera una mezcla química (el propelente) que genera el gas necesario para inflar la bolsa en apenas tres milisegundos, alcanzando una velocidad de unos 250 km/h.

El coste de sustituir un airbag puede oscilar entre 600 y 650 euros. Solo el sistema de seguridad ronda los 300–350 euros, a lo que hay que sumar el posible reemplazo del cinturón de seguridad, la reprogramación de la centralita y, por supuesto, la mano de obra.