El verano, la seguridad vial y las consecuencias de la pandemia

El número de fallecidos se redujo un 6% en julio y agosto a pesar de que los movimientos de largo recorrido disminuyeron un 10%.

Un complicado balance entre la estadística y la realidad más dolorosa. Así resulta del análisis de los datos de siniestralidad estival ofrecidos por la Dirección General de Tráfico hace unos días. Textualmente: “En los meses de julio y agosto de 2020 fallecieron 202 personas en accidentes de tráfico en vías interurbanas, siendo el verano con menor número de fallecidos de la serie histórica, con 13 fallecidos menos que en 2019, un 6% de descenso”. 

Las asociaciones de víctimas y clubes de conductores, sin embargo, señalan un punto de referencia que resulta elocuente, citado así por la DGT: “Los movimientos de largo recorrido descendieron un 9% respecto al verano de 2019, disminuyendo en julio un 7% y en agosto un 11%”.

Se da por supuesto entonces que el número de fallecidos debería haber descendido en la misma proporción (a menos tráfico, menos siniestralidad), y por eso el Real Automóvil Club de España (RACE) llama la atención sobre otro dato: “El número de accidentes [se redujo] sólo en un 4%”. 

No obstante, la preocupación sobrepasa el terreno de las cifras y tiene que ver con que la siniestralidad en las carreteras, según el RACE, está relegada ahora “al ostracismo político, social y de comunicación”. 

El director de Seguridad Vial del RACE, Antonio Lucas, sostiene que “el balance [del verano] nos deja la principal conclusión del riesgo permanente en las carreteras, por lo que hay que seguir trabajando en seguridad vial y mantener esta necesidad como una prioridad en todos los niveles, tanto para los políticos como para la agenda social”. 

“Creemos que la seguridad vial está quedando relegada, sí”, coincide la delegada en Madrid de Stop Accidentes, Gema Sánchez Perea. “Cada año fallecen muchas personas y quedan heridos graves y con secuelas de por vida muchos más, pero de esto se habla poco en los medios. Solo, de vez en cuando, vemos en el telediario una noticia sobre un siniestro vial que resulta mediático por las circunstancias que lo rodean”, añade.

Con una visión más amplia, desde el 1 de enero se acumulan 543 fallecidos, un 23% menos que en 2019, a pesar de que durante los meses de confinamiento la circulación se redujo hasta su mínima expresión, en algunas semanas en torno al 90%. “La situación actual no debe distraer de cuestiones como la necesidad de renovación del parque automovilístico y la inversión en infraestructuras”, sostienen desde el RACE.

En su comparecencia de la semana pasada, el ministro del Interior (del que depende la DGT), Fernando Grande Marlaska, destacó que se trata de la menor cifra de muertes en la carretera de la serie histórica. “Teníamos preocupación por que la pandemia, el estado de alarma y el confinamiento tuvieran un reflejo en una conducción impulsiva y por consiguiente un aumento de la accidentalidad, pero los datos de este verano parecen indicar que la conducción se ha normalizado, aunque no podamos bajar la guardia”, afirmó el ministro, que asumió que ninguna cifra de fallecidos es positiva. 

Un 76% de los fallecidos en los desplazamientos estivales perdieron la vida en carreteras convencionales, y el 47% del total de accidentes mortales se produjeron por salidas de la vía. Y estos datos y algunos estudios indican que parte de la responsabilidad recae en los conductores: este verano ha habido un menor mantenimiento del vehículo, más estrés y más distracciones al volante, así como viajes con más kilómetros y menos paradas de descanso. Incluso se han detectado costumbres negativas que parecían superadas: el 27% de los fallecidos en turismos y furgonetas no llevaban puesto el cinturón de seguridad.

“Hay que seguir trabajando en seguridad vial y concienciando a los conductores”, reconoce Antonio Lucas. “Todos luchamos para que esta lacra desaparezca”, enfatiza Gema Sánchez. “En algún momento podemos estar más o menos de acuerdo con las medidas que pueda adoptar [la DGT], pero a través del diálogo y las aportaciones de las diferentes entidades y asociaciones podemos conseguir avances y de hecho se van consiguiendo”, añade. En julio y agosto de 2000, por ejemplo, en las carreteras españolas se registraron 904 fallecidos, casi cinco veces más que este año.

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