La neurociencia trabajará contra la fatiga de los conductores, porque la tacita de café humeante que aparece en el cuadro de instrumentos cuando el coche detecta cansancio –o simplemente cuando transcurren dos horas de viaje– no es suficiente. La ciencia llega más lejos que el símbolo.
En este terreno investiga Ford junto con un equipo de neurocientíficos, con la tarea de monitorizar a los automovilistas, captar sus posibles agujeros de atención y relacionarlos con sus respuestas físicas inmediatas. “Los conductores se cansan y sus mentes pueden divagar. Identificar rápidamente cuándo ocurre esto puede ser de vital», justifica Stefan Wolter, del área de Investigación e Ingeniería Avanzada de Ford Europa.
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Los sistemas actuales de vigilancia son menos eficaces de lo deseable, y los automovilistas no lo ponen todo de su parte. Solo el 60% de los conductores europeos hace una pausa cada dos horas, a pesar de que el 73% de ellos conoce la recomendación, según una encuesta de la Fundación Vinci Autoroutes elaborada por Ipsos. Y la fatiga, recuerda la DGT, es la cuarta causa de siniestralidad mortal en las carreteras españolas.
El fin último de la investigación, puesta en marcha por Ford en el Hospital Universitario de Aachen (Alemania), es desarrollar un mapa de patrones cerebrales que puedan relacionarse con manifestaciones físicas como alteraciones en el ritmo cardíaco o la respiración, de modo que el vehículo pueda alertar al conductor si registra, por ejemplo, un cambio en los latidos del corazón.
“Los sistemas de detección se llevan investigando unos 20 años, tanto los que se basan en tecnologías hápticas [táctiles], que vigilan cómo actúa el conductor sobre el volante, como los que utilizan cámaras, que controlan el movimiento de las pupilas, de los párpados o de los músculos faciales”, resume Juan Dols, investigador de la Universidad Politécnica de Valencia.
Tanto los proveedores de componentes como las marcas trabajan en proyectos paralelos. La última propuesta de Bosch, por ejemplo, es una cámara que graba al conductor y reconoce la posición habitual de los párpados y la tasa de parpadeo. Mediante un algoritmo, además, aprende y analizar los movimientos de cada conductor.
Todos los coches que se homologuen a partir de 2022 (y todos los que salgan a la venta a partir de 2024) deberán integrar un sistema de detección de fatiga más o menos avanzado. Ford desarrolla el suyo mezclando ciencia y videojuegos: en la pantalla del simulador, una autopista de tres carriles por la noche y un coche en el centro que frena repentinamente; en las manos de los participantes, un mando para esquivar el vehículo por el carril correcto.
Entre tanto, la máquina de resonancia magnética escanea el cerebro antes y durante estas acciones, y los investigadores miden la rapidez con la que el participante reacciona. Asimismo, controlan tanto si toma la decisión correcta como sus cambios fisiológicos, entre ellos el ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria.
«Creemos que captando estos datos podremos generar huellas dactilares fisiológicas únicas de los conductores para que los vehículos del futuro puedan estar preparados para reaccionar e intervenir inmediatamente en caso de que sea necesario», sostiene el profesor Klaus Mathiak, jefe de Psiconeurobiología de Hospital Universitario de Aachen.
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