La Junta de Andalucía pintó una línea roja de gran grosor en enero pasado entre los dos carriles de la A-355 en un tramo de cuatro kilómetros. Como una larga señal de alerta, a su paso por Coín hacia Marbella, esa marca vial encerrada por dos líneas continuas blancas colorea el asfalto con una doble intención: remarcar la prohibición de adelantar e inducir a una reducción de la velocidad.
Por culpa de los adelantamientos y los excesos, 10 personas murieron en 2023 en la que llaman la carretera de la muerte, donde se espera que unos nuevos radares pedagógicos ayuden también a disminuir la velocidad media.
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Ambas acciones son la respuesta a la elevada siniestralidad de la zona y al aumento del tráfico en esta carretera, detectado ya en 2021. La vía se abrió en 2014 con una previsión de 7.000 vehículos diarios y ronda ahora los 20.000 al día.
El uso de marcas viales disuasorias es cada vez más común en las carreteras españolas, y hay casos de éxito desde hace años. En agosto de 2009, se utilizó un nuevo firme antideslizante en varios tramos de la red autonómica de Murcia, en las carreteras RM-422 (tintado de rojo), RM-19, RM-602 y RM-620. Seis meses después, se detectó una reducción de la siniestralidad del 42,8% respecto a la media de los cuatro años anteriores.
Evitar 300 muertes con asfalto rojo
Ensayos similares a este centraron un informe de la Fundación Mapfre y la Asociación Española de la Carretera (AEC) presentado hace unos meses y que llegaba a una conclusión alentadora: con una inversión asumible para el Estado y las comunidades autónomas podrían evitarse hasta 300 muertes al año por siniestros de tráfico.
Revertir las cifras supondría un coste de unos 1.800 millones de euros sin necesidad de grandes obras de reparación ni de construir nuevas vías. Bastaría con soluciones poco habituales, como tintar el asfalto. La clave es, en definitiva, poner el riesgo delante de los ojos a los automovilistas, aunque el informe citaba otras actuaciones más costosas, como la instalación de captafaros, guías sonoras de borde, barreras de seguridad, hitos de arista y cunetas de seguridad, así como usar pavimento de alta fricción.
Dientes de dragón
Ya antes se había constatado la utilidad de estas prácticas con ejemplos como las líneas verdes y los dientes de dragón. Las primeras se pintaron hace siete años en Palencia en las carreteras CL-615 y en la CL-613.
A lo largo de dos tramos que suman 60 kilómetros, las líneas verdes generan en los cerebros de los conductores una sensación de estrechamiento de la calzada que, a su vez, induce a moderar la velocidad de modo inconsciente.
Cuando esas marcas viales cumplieron cinco años, los datos demostraron que el engaño funcionaba. Desde octubre de 2017 hasta octubre de 2022, la jefatura provincial de Tráfico de Palencia contabilizó 796 accidentes. Son casi los mismos que en el lustro anterior, pero mucho menos graves: hubo tres muertes y 95 heridos, frente a los 12 fallecimientos y 185 heridos anteriores.
De modo similar, en la travesía de la N-122 por Nava de Roa (Burgos), se dibujaron en 2021 líneas quebradas y dientes de dragón para frenar los excesos de los vehículos. El éxito del ensayo llevó al Ministerio de Transportes a repetir el experimento en la N-640, en varios tramos de Caldas de Reis, Cuntis, y Castro Loureiro (Pontevedra).
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Periodista especializado en seguridad vial. Editor y redactor de El Motor desde 2016. Empezó a escribir de fútbol en 1998 en Diario 16 y ha trabajado en varios proyectos de Prisa Media desde 2000. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, es autor de ‘Aquí no se rinde ni Dios’ (2020).