La imposición que dejará en desventaja a los fabricantes europeos 

La prohibición de vender coches térmicos en 2035 puede perjudicar a la industria sin resolver el problema de la contaminación.

Coches 2023
Coches nuevos estacionados en una campa a la espera de ser distribuidos. | GETTY IMAGES

Ante el descenso de matriculaciones de los últimos años y el anuncio del fin de los motores convencionales, los fabricantes europeos ya se disponen a abandonar paulatinamente su producción. La mayoría ya ha cancelado las inversiones en el desarrollo de nuevas tecnologías en el campo de las mecánicas tradicionales de combustión interna. 

Pero según plantea un estudio, la decisión europea de ponerles una fecha de caducidad habría sido un tanto precipitada.

El motivo es que pondría a la industria europea en una clara posición de desventaja frente a otros fabricantes de origen asiático y estadounidense, dejándoles libre el camino en un mercado que hasta ahora había controlado. 

Coches más pesados y caros

El análisis ha sido publicado por el centro independiente de investigación y formación European Trade Union Institute (ETUI). Y en su contenido alerta sobre las consecuencias de la normativa europea sobre las emisiones de los automóviles. 

La conclusión del documento es que los coches son cada vez más pesados, más rápidos y menos asequibles. Una tendencia que ya viene de largo y pone en entredicho la consecución de los objetivos marcados por la Unión Europea. 

La hoja de ruta de la Comisión Europea para la descarbonización del transporte pasaba por reducir un 40% las emisiones de dióxido de carbono (CO2) entre 1990 y 2019 y conseguir su completa eliminación en 2050.

Por el contrario, el sector ha registrado en estos últimos 30 años un aumento del 32% en la emisión de estos gases contaminantes, de los cuales un 43% se debe a los turismos. 

Paradoja de la deriva ascendente

Esta importante divergencia entre los resultados constatados y los objetivos marcados va a obligar a la industria a acelerar aún más la electrificación para cumplir la imposición medioambiental de la UE.

En tan solo una década, tendrán que desaparecer los motores térmicos nuevos, que han sido el soporte de la industria automovilística durante más de un siglo de existencia. Y que concentran alrededor del 25% de su valor añadido y el 40% del empleo en la industria europea del automóvil. 

Dicha transformación va a resultar radical y potencialmente perturbadora para el sector, según el autor del estudio. Y se da la paradoja de que, mientras era imperativo comenzar a fabricar coches más ligeros, menos potentes y más asequibles para reducir las emisiones, ha ocurrido precisamente lo contrario.

Se trata de un fenómeno preexistente que, según el autor del análisis, ya estuvo en el origen del Dieselgate y que hoy es una de las principales razones que obligan a completar el proceso de la electrificación con tanta urgencia. 

Las contradicciones reveladas en el informe del ETUI apuntan a que esta deriva ascendente (coches más pesados, potentes y caros) ha reducido los beneficios medioambientales de la electrificación, a la vez que ha incrementado significativamente sus costes económicos, sociales y políticos.

Esto ha provocado un escenario que va a restringir mucho la libertad de acción de los fabricantes europeos frente a sus competidores foráneos. 

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