El proceso de descarbonización de la movilidad resulta imparable y apremiante. Ya nadie se cuestiona la necesidad de reducir las emisiones procedentes de la automoción y los grandes fabricantes mundiales realizan esfuerzos titánicos para conseguir contribuir de forma decidida a la protección medioambiental.
El coche eléctrico se vislumbra como la opción más efectiva en el largo plazo, aunque no tanto de forma inmediata por ciertas limitaciones que todavía hoy condicionan su utilización, haciéndolo inabordable para determinados usuarios. Una realidad que no impide, desde luego, adoptar otras soluciones que contribuyan igualmente a la disponibilidad de vehículos mucho menos contaminantes como los coches híbridos.
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Es el caso de la propuesta de Mazda con su tecnología Mazda M Hybrid, disponible en tres modelos de su gama actual y capaz de satisfacer de forma inmediata las necesidades de los conductores con la mayor eficiencia posible.
El sistema Mazda M Hybrid se basa en la utilización de dos fuentes de energía para producir el movimiento del automóvil. La primera es un propulsor de gasolina y la segunda un pequeño motor eléctrico auxiliar que asiste al principal en determinados momentos. Durante las deceleraciones se genera una energía cinética que, una vez transformada en eléctrica, se almacena en una batería de ion litio de 24V, colocada entre las ruedas del coche para no restar espacio innecesariamente ni al habitáculo ni al maletero.
El objetivo de esta tecnología de hibridación suave, como se suele denominar, es que la energía almacenada en la batería consiga reducir el consumo, y por tanto las emisiones, al ayudar al coche en las arrancadas, los cambios de marchas y en la alimentación de sus componentes eléctricos. Se trata del aprovechamiento de una energía que de otro modo se desperdiciaría para lograr un valioso ahorro de gasolina y emisiones en el proceso de combustión de un motor de explosión.
Democratización de la eficiencia
Mazda ha democratizado la disponibilidad de esta avanzada tecnología ofreciéndola a sus clientes desde el Mazda2, además de estar también disponible en los nuevos Mazda3 y Mazda CX-30, estos dos últimos aspirantes al prestigioso galardón ‘Coche del Año en el Mundo 2020’. En cada uno de los modelos se aplica la misma solución para disponer de vehículos tan eficientes como para hacerse acreedores de la etiqueta Eco de la DGT, con todas las ventajas de utilización que ello representa.
El Mazda2, en su versión 2020, recurre al sistema Mazda M Hybrid en combinación con el motor de gasolina Skyactiv-G de 90 CV de potencia, con caja de cambios de seis velocidades. En su caso, el generador es de 22,5 V, suficientes para permitir que su promedio de emisiones homologadas (ciclos NEDC) sea de tan sólo 94 g/km de CO2.
Para los Mazda3 y Mazda CX-30 la tecnología Mazda M Hybrid es de 24 V y se encuentra disponible con los motores de gasolina de dos litros de la marca: el Skyactiv-G y el innovador Skyactiv-X. El primero de ellos desarrolla una potencia de 122 CV y el consumo más bajo de la gama (dependiendo del equipamiento) se queda en tan sólo 6 l/100 km, con unas emisiones de 126 g/km de CO2 en el caso del Mazda3. Porque además de la ayuda de la hibridación suave, este sofisticado propulsor se beneficia de mejoras en elementos de la distribución (pistones y segmentos), la mayor presión de la inyección que elimina residuos, la gestión térmica del conjunto e incluso dispone de un sistema de desactivación de dos de sus cuatro cilindros en condiciones de baja carga, con la correspondiente economía de combustible.
El revolucionario Skyactiv-X
Un paso más allá incluso llega el revolucionario motor Skyactiv-X, que montan en exclusiva y como novedad los Mazda3 y Mazda CX-30. Se trata de un propulsor de gasolina que, simplificando, combina lo mejor de dos mundos, una especie de mestizaje entre la gasolina y el diésel que eleva su eficiencia a niveles inéditos hasta el momento en su segmento.
Porque el Skyactiv-X 2.0 ofrece el refinamiento y rendimiento de la gasolina junto a consumos propios de un propulsor de gasóleo. Un milagro tecnológico factible gracias a la utilización de una mezcla pobre en la combustión cuando las exigencias de carga son reducidas, con lo que el gasto de combustible se ve limitado de forma significativa. Porque según las estimaciones de Mazda, este modo se encuentra operativo en el 80% de la conducción, con lo que la reducción en el gasto puede llegar a un 20%.
La clave de la mezcla pobre, y por tanto de la eficiencia, se basa en que el Skyactiv-X es capaz de funcionar con casi tres veces más de aire por cada una de combustible que lo habitual en motores equivalentes. Con una relación en la cámara de combustión de 16,7:1, superior incluso a las de un diésel, combina la explosión por compresión con la habitual por bujía en base a las exigencias concretas de cada momento.
Siempre se busca así esa eficiencia extrema que dio sentido al desarrollo de una tecnología en absoluto simple y sí muy sofisticada, tanto que otros fabricantes se habían adentrado ya en este terreno con resultados menos convincentes.
Si a todo ello se suman los beneficios ya mencionados del sistema MazdaM Hybrid también disponible con el motor Skyactiv-X, el resultado es un consumo de 5,4 litros a los 100 kilómetros en la carrocería berlina del Mazda3 y unas emisiones de 96 g/km de C02. Cifras, sin duda, inimaginables en un compacto de gasolina con un rendimiento máximo de nada menos que 180 CV.
Son todas, por tanto, soluciones que se antojan como un compromiso ideal entre rendimiento, disfrute de la conducción y eficiencia en un entorno de utilización realista de la movilidad. El camino hacia la electrificación total será largo y no exento de dificultades, con lo que tecnologías como las que Mazda ya aplica a sus automóviles nos acercan a ese objetivo de una movilidad cada día más respetuosa con el medio ambiente.
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