Adam Opel vino al mundo en 1837 y era el hijo mayor de un maestro cerrajero de la ciudad entonces prusiana de Rüsselsheim. En su juventud aprendió el oficio de su progenitor y, ya en la veintena, se trasladó a trabajar a un taller mecánico de París.
Allí descubriría una gran innovación tecnológica, la máquina de coser, que le fascinó y marcó su futuro: decidió fabricar una similar. En 1870 lanzó al mercado el modelo Sophia, que llevaba el nombre de su mujer y que sirvió para cimentar su futuro industrial.
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El éxito de la popular máquina textil impulsó con celeridad la empresa. En 1884 ya producía 18.000 unidades anuales, haciendo necesario que sus empleados pasaran de las 25 iniciales a 240. Como buen empresario que era, Adam Opel comenzó a proyectar la diversificación del negocio.
El emprendedor dio el siguiente paso iniciando la fabricación de bicicletas, un vehículo en pleno auge y que le apasionaba por fusionar lo útil con lo placentero. La idea fructificó y se convirtió en el mayor fabricante del mundo.
Pero los planes de la empresa apuntaban más lejos. Pronto la fábrica empieza a producir motos y a plantearse dar el gran salto a los coches, que al final concederían a la marca un reconocimiento a nivel mundial. Los planes, sin embargo, se truncaron con el fallecimiento de Adam Opel en 1895, a causa de unas fiebres tifoideas.
Una viuda con cinco hijos
Entonces, ni corta ni perezosa, fue su esposa Sophie quien tomaría las riendas del negocio, algo insólito en aquellos tiempos. Su gestión permitió que solo cuatro años después se pusiera a la venta el primer automóvil de Opel, el Patent Motor Car, un cuatro plazas compacto y asequible fabricado en un pequeño taller bajo licencia Lutzmann.
Sophie Marie Scheller se convirtió así en la primera mujer que dirigía una marca automovilística y que hizo de Opel la primera marca alemana en producir coches en serie. Y es que en vida de su marido ya había invertido en la sociedad 10.000 marcos, que su padre había ganado en la lotería, y tampoco estaba dispuesta a perder todo lo conseguido.
Con la ayuda de sus hermanas Dorothée y Elisa, sacó adelante la fábrica de Rüsselsheim y, en 1914, la planta ya producía 3.335 vehículos (camiones incluidos). Por su lado, Carl, Wilhem, Heinrich, Friedrich y Ludwig, los cinco hijos del matrimonio, también se habían ido incorporando al equipo familiar y colaboraron al desarrollo de la compañía.
La llegada de la guerra
El estallido de la I Guerra Mundial obligó a la empresa a producir material bélico. En 1917, en reconocimiento, el káiser Guillermo II distinguió a la familia con un título de nobleza, recibiendo sus descendientes el tratamiento de “von Opel”.
Más tarde y una vez finalizado el conflicto, en 1928, Opel no solo se recuperó de la contienda, sino que alcanzó una plantilla de 8.000 empleados y su cadena de producción funcionó a su máxima capacidad.
Récord del mundo de velocidad
Durante el periodo de entreguerras, la ambición de la marca no parece tener límites. Fritz von Opel, nieto del fundador, asombró al mundo ese mismo año pilotando el Opel Rak 2, un prototipo impulsado por 24 cohetes de combustible sólido. Batió el récord del mundo de velocidad (238 kilómetros por hora) en el circuito Avus de Berlín ante 3.000 espectadores.
La gesta está registrada con honores en los anales del automovilismo. Fritz fue apodado desde entonces como el «hombre cohete” por un hito que supuso el inicio de la era de la propulsión a reacción.
Opel y General Motors
La crisis económica de los años treinta detuvo la imparable ascensión de Opel. Ante los acuciantes problemas financieros, la familia buscó apoyo externo para que la empresa saliera adelante. Cedió el control a la estadounidense General Motors, iniciándose un nuevo capítulo en la historia de la marca.
Con el empuje del gigante estadounidense, la compañía sigue creciendo y en 1935 se convierte en la primera marca alemana en producir más de 100.000 coches al año. Y tan solo cuatro años después, Opel ya es el primer fabricante europeo, por delante de Citroën y Peugeot.
Pero de nuevo estalla una conflagración de alcance global. Destruida por los bombardeos durante la II Guerra Mundial y reconstruida después, la fábrica de Rüsselsheim se dedica por un tiempo a producir camiones y neveras. En 1962, la marca vuelve a fabricar coches y lanza el Kadett, un modelo que estuvo presente en su catálogo desde 1937 hasta la llegada del Astra en 1991.
El Opel más vendido se fabrica en España
Y es que Opel siempre ha tenido especial acierto en proyectar coches populares y asequibles, como el Corsa, el modelo más vendido de la marca. El utilitario se fabrica desde 1982 en la planta española de Figueruelas, de la que en 2021 salió la unidad 11 millones.
Otra importante y diferente etapa para Opel se iniciaría en 2017, cuando fue adquirida por la francesa PSA (Peugeot, Citroën y DS). Y el año pasado este grupo dio lugar al poderoso conglomerado Stellantis junto con las marcas provenientes de la corporación italoamericano FCA.
El logotipo de Opel
El primer logotipo de Opel fue un zepelín, por entonces todo un ejemplo de la tecnología más avanzada. Pero a partir de 1961, ya olvidada aquella época gloriosa de los grandes dirigibles, el emblema de los Opel pasó a ser el actual rayo. Un distintivo que llevaban los camiones Blitz (‘rayo’ en alemán) fabricados en los años treinta por Opel.
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Cuatro décadas informando sobre el mundo del motor y probando coches de todas las categorías. Después de trabajar en diversos medios especializados (Velocidad, Auto1, Solo Auto, Motor 16, Car and Driver, EcoMotor...), ahora en Prisa Media para seguir cubriendo la actualidad en plena revolución tecnológica del automóvil.