Como la tecnología se va asentando en el mercado, ya empieza a haber coches eléctricos de segunda mano disponibles. Las claves del proceso de compra son, en términos generales, similares a las de un modelo de combustión, pero su naturaleza sin emisiones añade factores específicos que hay que valorar.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que serán coches eléctricos de primera o segunda generación. Es decir, se trata de modelos con una tecnología más primitiva que la de los actuales, por lo que tendrán rendimientos, potencias y autonomías inferiores a los estándares de 2022.
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Eran de origen modelos más limitados, y el paso del tiempo no habrá hecho más que acentuar esta circunstancia. El mayor ejemplo, y uno de los aspectos a los que más atención debe ponerse, es la batería.
La importancia de la batería
Como ocurre con otros dispositivos, la batería de un coche eléctrico va perdiendo rendimiento tanto por el uso como, sobre todo, por los ciclos de carga y descarga. La mayoría de los fabricantes prometen un 80% de capacidad una vez pasados ocho años, pero en condiciones reales la cifra puede ser mucho menor.
Por eso, antes de adquirir un coche eléctrico usado es imprescindible comprobar cuál es su autonomía real. Un modelo de cinco años con 300 kilómetros de rango de uso homologado, que en la práctica son menos, bien podría haber rebajado la cifra a la mitad, según el uso que le hayan dado.
Coche eléctrico de segunda mano: trayectos
A este respecto, antes de elegir uno u otro modelo, hay que plantearse qué uso se le va a dar en el día a día. Si rutinariamente se realizan viajes más largos, habrá que optar por modelos con baterías de mayor tamaño, pero si solo se realizan trayectos estándar (en Europa se calcula una media de entre 30 y 35 kilómetros al día) sí es viable optar por coches eléctricos de menor autonomía, que son los más baratos.
También es necesario informarse del tipo de enchufe que emplea el modelo y de qué potencias de carga aguanta, por si resulta conveniente instalar un cargador de tipo wallbox en el garaje.
Otros puntos a tener en cuenta
Hasta ahí los elementos específicos, pero también hay que prestar atención a otros tantos compartidos con los coches de segunda mano convencionales.
- Hay que revisar el estado de la pintura, que puede ocultar golpes y rozaduras. También se debe comprobar el desgaste de los materiales del interior del habitáculo, así como el estado de la suspensión, la profundidad del dibujo de los neumáticos (y su fecha de caducidad). Es imprescindible, asimismo, verificar que todas las luces estén operativas.
- Hay ciertos componentes que tienen más desgaste en un eléctrico que en un modelo de gasolina o diésel, como son las suspensiones, debido al peso. Sin embargo, esto se compensa con otros cuyo desgaste es menor, como los discos y pinzas de freno, ya que los sistemas de frenada regenerativa los preservan mejor.
- A todo esto hay que sumar una serie de consideraciones generales, como asegurarse de que el coche no tenga embargos pendientes u otras cargas legales ocultas. Por último, se debe usar un contrato de compraventa, cumplir con todos los trámites legales y, siempre que sea posible, revisar el vehículo con esmero, a ser posible por parte de un profesional.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.