Sí, la producción de un coche eléctrico implica más polución asociada que la de uno de combustión, especialmente por la fabricación de las baterías. Pero su aportación limpia sigue siendo válida, porque a lo largo de la vida útil del vehículo, se compensa con su ausencia de emisiones, incluso aunque se alimenten con electricidad sucia.
Esta es, al menos, la conclusión del último estudio presentado al respecto, que procede de Volvo. Pero se alinea con otros anteriores ya conocidos, como uno de Volkswagen.
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Primer caso: Volkswagen
El de Volkswagen, por ejemplo, compara las emisiones de un Golf de combustión con las del e-Golf o eléctrico. Y el resultado es claro: se impone el de baterías.
Contempla tres fases. Primera, las emisiones generadas durante la producción del modelo; segunda, las asociadas al combustible, desde que se extrae y refina hasta que se transporta a los surtidores, y tercera, las del uso final, mientras se rueda con el coche durante 10 años.
En la primera fase, la fabricación de un e-Golf supone 57 g/km de CO2, frente a solo 26 del de gasolina. Y en la segunda, el eléctrico crece hasta 62 gramos y el térmico se queda en 27.
La diferencia se debe a cómo se produce la energía, que se hace mayoritariamente en centrales quemando combustibles fósiles, dando lugar a la denominada electricidad sucia. La limpia, por su parte, se consigue con fuentes renovables (eólica, solar, hidráulica…).
El Golf eléctrico suma ya 119 g/km de CO2, mientras que el térmico solo lleva 53. Sin embargo, al añadir las emisiones durante la circulación, la tercera fase, el Golf de gasolina tiene aparejados 120 gramos extra, mientras que el de baterías, ninguno. Y así, el total es de 173 gramos para el Golf de combustión, y de 120 (el análisis suma un gramo y no detalla el por qué) para el de baterías, 53 menos.
Segundo caso: Volvo
La marca sueca presenta otro estudio similar, que compara un XC40 eléctrico con el mismo modelo de gasolina. Y los resultados son similares.
Pero este informe resulta más completo, porque contempla una vida útil de 200.000 kilómetros (equivale a más de 10 años de uso) y detalla, además, las emisiones con tres tipos de electricidad diferentes, desde la limpia hasta las proporciones medias (de sucia y limpia) que se utilizan ahora en Europa y a nivel global. Este último es el peor supuesto de los tres.
Así, el XC40 de gasolina suma un total de 59 toneladas de CO2, que, al dividirlo por el kilometraje, da como resultado 295 gramos por kilómetro. En cambio, el XC40 eléctrico alimentado con electricidad limpia se queda en 135 gramos, menos de la mitad.
Con la proporción media con la que se genera esta energía en Europa, sube a 210, y al aplicar el ratio de la electricidad mundial, de origen más sucio, crece hasta 250 gramos por kilómetro. Incluso en este caso, que es el menos favorable, el coche eléctrico sigue compensando.
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