¿Por qué en verano sufren tanto las baterías de los coches eléctricos?

Las altas temperaturas en estas fechas son una causa del rápido deterioro de estos importantes componentes, pero no la única.

Coche eléctrico

El verano y las altas temperaturas no son buenas para ninguna máquina.

Los coches eléctricos están ganando popularidad en Europa, pero muchos conductores aún tienen dudas sobre aspectos como la fiabilidad de las baterías de iones de litio y la autonomía. Estos problemas se agravan con las temperaturas extremas, tanto en verano como en invierno.

La investigación y las técnicas de conducción adecuadas pueden ayudar a mitigar estos problemas, pero es muy importante tener la información precisa para adecuar el modo de conducción y afrontar mejor este posible deterioro.

Sensibilidad a las temperaturas extremas

Los vehículos eléctricos son particularmente vulnerables a las temperaturas extremas. El invierno pasado, Europa fue testigo de numerosos coches eléctricos parados en las carreteras debido a las heladas. Sin embargo, el calor del verano puede ser igual o incluso más perjudicial para estos vehículos.

Para empezar, las baterías de iones de litio, altamente inflamables, presentan un mayor riesgo de incendio cuando las temperaturas son excesivamente altas. Además, las condiciones extremas prolongadas pueden reducir la autonomía de estas baterías.

Comprobado: las altas temperaturas reducen la autonomía de las baterías.

Un experimento realizado por Heatmap (página web que muestra distintas métricas de empresas o sectores) ha demostrado los efectos negativos de las altas temperaturas en las baterías de los coches eléctricos. Aunque también se ha evidenciado que el frío extremo tiene un impacto negativo, el calor puede ser igualmente perjudicial.

¿Cuánta autonomía se pierde con las altas temperaturas?

La pérdida de autonomía de las baterías comienza a ser significativa a partir de los 26 grados, con una reducción del 2,8%.

Con 6 grados más, es decir, con 32 grados, la autonomía se reduce en un 5%. Por ejemplo, un coche con una autonomía de 320 kilómetros perdería aproximadamente 16 kilómetros a esta temperatura.

Esta pérdida puede ser mitigada conduciendo ligeramente por debajo del límite de velocidad, pero se convierte en un problema a medida que la temperatura sigue subiendo.

Si la temperatura exterior alcanza los 35 grados, la autonomía puede reducirse hasta en un 15%. A 37 grados, la pérdida de autonomía puede ser del 31% cuando se usa el aire acondicionado para mantener una temperatura interior de 21 grados.

Si se pone el aire acondicionado, la autonomía se reduce.

Estos datos son aproximados y pueden variar según la salud de la batería del vehículo, el calor de la carretera y la configuración del aire acondicionado. A mayor diferencia entre la temperatura exterior e interior, mayor es el trabajo que debe realizar el coche.

Y no solo sensible a la temperatura

En el verano, los viajes de vacaciones requieren llevar a bordo más pasaje del habitual, además del equipaje correspondiente.

Todo esto supone un peso extra a los que el coche no está acostumbrado y con el que, por supuesto, no se homologa.

El equipaje y el pasaje extra supone un esfuerzo también extra para la batería.

Por eso, tirar de todo este peso puede suponer un esfuerzo enorme para la batería, que sufrirá mucho y lo compensará con un gasto muy superior al habitual. Esto puede romper las previsiones del conductor y tener que recalcular puntos de parada anteriores a los previstos.

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