El año pasado, se completaron en España alrededor de 3.800 transformaciones de gasolina a gas licuado del petróleo (GLP), según datos proporcionados por la Asociación de Transformadores de Vehículos. Esta práctica, que está en auge, no solo permite ahorrar al utilizar autogás, un combustible más asequible, sino que también permite obtener la codiciada etiqueta ECO de la Dirección General de Tráfico (DGT).
Obtener la pegatina ECO de la DGT es uno de los principales motivos por los que los conductores están apostando por esta transformación. El coste de añadir un depósito de GLP a un coche de gasolina es de entre 1.800 y 2.000 euros de media, aunque el precio final depende de diversos factores.
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Lo que hay que tener en cuenta para llevar a cabo esta modificación es que el coche puede perder capacidad de maletero al añadir el depósito extra de GLP y que, obviamente, hay que localizar dónde repostar el autogás, ya que no todas las gasolineras sirven este combustible.
Sin embargo, algunos conductores deciden invertir estos 2.000 euros en transformar su coche a GLP solo por la pegatina, sin después utilizar este combustible. Al final, es la manera más económica de conseguir el distintivo ECO sin tener que comprar un coche nuevo.
Pérdida de espacio
Más allá de realizar una costosa inversión para luego no aprovechar sus ventajas, pero ¿existe alguna consecuencia negativa si transforma el coche y después no se usa el GLP? El catedrático de motores térmicos de Ingeniería Energética de la Universidad Politécnica de Madrid, Jesús Casanova Kindelán, responde a esta pregunta.
«La transformación no afecta nada al funcionamiento del motor con gasolina ni al resto del vehículo». Es decir, someter la mecánica de un coche de gasolina a este proceso no tiene riesgos si está bien hecha.
Eso sí, habrá que añadir un nuevo depósito para el GLP, lo que quitará espacio del coche en el maletero. Algunos conductores optan por retirar el espacio de la rueda de repuesto para colocar ahí el depósito. ¿Este nuevo tanque podría afectar al consumo del coche? «El peso del depósito de GLP es insignificante en el peso del vehículo si se lleva vacío», explica Casanova.
La única consecuencia directa es, entonces, la pérdida de espacio. Eso sí, Casanova recuerda que, en el caso de no usar este combustible, los inyectores y el regulador de presión de GLP podrán resecarse, ensuciarse y, quizá, llegar a obstruirse o bloquearse. Esto se traduce en que, «si algún día el usuario decide usar GLP de nuevo, podría encontrarse con problemas».
El truco de convertir el coche a GLP
El truco de convertir el coche al GLP y no usar el depósito es, en parte, consecuencia del sistema por el que se conceden los distintivos medioambientales, apunta el catedrático. «La DGT, que es dependiente del Ministerio del Interior, no debería tener ningún papel en asuntos de clasificación medioambiental».
Y es que, según las explicaciones de Casanova, un vehículo originalmente de gasolina transformado para poder usar GLP «emite la misma contaminación en uso en ciudad que el original de gasolina, ya que realmente cumple la misma regulación Euro«.
Es cierto que se reducen ligeramente las emisiones de CO2 (en algo menos del 10%, apostilla), pero este gas no es el problema de la contaminación urbana. Esta está provocada principalmente por el NO2 y las partículas. «Por lo tanto, no tiene ningún sentido permitirles ventajas (a los coches transformados al GLP) en los entornos urbanos de bajas emisiones«, concluye Casanova.
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Graduada en Periodismo por la Universidad de Zaragoza, su primer contacto con el mundo del motor fue en los mundiales de MotoGP y Superbikes. Dio el salto al periodismo de motor hace cinco años y, desde entonces, sigue todo lo que tenga ruedas, especialmente si es made in Italy.