No debería ocurrir, y menos aún cuando muchos vehículos incluyen de serie un ordenador que estima la autonomía en tiempo real, pero, sin embargo, sucede: el depósito se queda vacío. En realidad, la falta de previsión o de atención al estado del vehículo son solo dos de las posibles causas que pueden llevar a un conductor a quedarse sin combustible mientras circular.
Más información
Otra puede ser el mal funcionamiento de los elementos que controlan el nivel de gasolina o gasóleo en el depósito, principalmente un aforador en mal estado (la boya que flota en el depósito para medir la cantidad de gasolina) o la conexión de este con el cuadro de instrumentos y el ordenador de viaje del vehículo, en caso de que lo tenga.
“Si el coche ya tiene algunos años, también puede fallar el indicador del cuadro de instrumentos, con el mismo resultado que si fallara el medidor de nivel”, apunta Víctor Pardo, jefe de Producto Taller en Norauto.
La seguridad
Obviamente, la seguridad es siempre lo primero y en un escenario como el anterior hay que tener en cuenta varios aspectos relacionados con ella. En un vehículo de combustión interna sin otra fuente de alimentación disponible, el hecho de que se apague el motor, en este caso por falta de combustible, supone que el alternador deje de generar electricidad, por lo que se perderán sistemas esenciales como la dirección asistida, si es hidráulica, y el que nos sirve para aminorar la velocidad. “El pedal de freno se vuelve muy duro por la ausencia del servofreno y puede dar la sensación de haber perdido los frenos, aunque no es así, solo hará faltar pisar con mucha más fuerza para detener el coche”, apunta Pardo. Otro tanto sucederá con la dirección, por lo que será necesaria más destreza de la habitual para mantener controlada la trayectoria del vehículo con la inercia residual.
“Sin alternador, el sistema eléctrico pasará a alimentarse de la batería, que tiene una duración limitada. Algunas direcciones asistidas son eléctricas, por lo que si la batería llega a descargarse, también podemos perderla, así como todos los sistemas electrónicos de ayuda a la conducción”, recuerda el especialista.
La cosa puede quedarse en poco más de una anécdota cuando esto sucede dentro de una ciudad y de día, pero el trance puede ser mucho más peliagudo si el vehículo se queda sin combustible de noche o en una vía interurbana.
“Lo primero que debemos hacer es tomar las precauciones necesarias para que el vehículo no suponga un obstáculo para los otros usuarios de la vía. Para ello se debe retirar el coche de la calzada en la mayor brevedad posible y dejarlo estacionado correctamente siempre y cuando sea posible”, advierte Jordi Marí, abogado especialista en Seguridad Vial de ARAG.
La ley
Aquí es donde pueden empezar los problemas con la Dirección General de Tráfico (DGT). Las operaciones que menciona el experto de ARAG deben realizarse con el chaleco reflectante puesto, pero ¿qué pasa si se nos olvida? La sanción que prevé el Código de Circulación asciende a 200 euros además de la pérdida de tres puntos del carné. Si no queda otra, se puede recurrir al arcén o la mediana como aparcamiento temporal. Eso es mejor que obstruir la circulación, algo que puede ser multado con otros 200 euros.
Además, una vez inmovilizado el vehículo es obligatorio señalizarlo con la luz de emergencia y con los triángulos de preseñalización de peligro siempre y cuando las condiciones de circulación permitan hacerlo. No hacerlo o hacerlo de manera incorrecta puede suponer una multa de hasta 100 euros más, aunque en este caso no se pierden puntos. La distancia mínima de los triángulos a situar detrás y delante del vehículo es de 50 metros y de forma que sean visibles al menos desde 100 metros. Si la vía es de un único sentido o tiene más de tres carriles, sólo hay poner un único triángulo antes del lugar de detención.
“Si disponemos de un seguro de asistencia en viaje, conviene preguntar si cubre repostar el vehículo o trasladarlo mediante grúa a alguna estación de servicio”, recomienda Marí. Además, recuerda que si se opta por acudir personalmente a una gasolinera para llenar el depósito, “no sirve cualquier recipiente, sino que debe estar homologado. Habitualmente las estaciones de servicio los suelen tener a tales efectos”.
La mecánica
Sea como sea, una vez se ha logrado repostar, hay que tratar de arrancar pero, de nuevo, pueden darse consecuencias imprevistas. Si el motor no se pone en marcha a la primera, hay que esperar algunos segundos antes de volver a intentarlo para no abusar de la batería, ya que se podría descargar.
“En los motores que usan gasolina, normalmente tras varios intentos arranca”, señala Pardo. Otro cantar puede ser el de los turbodiésel de inyección directa, en los que “seguramente sea necesario acudir al taller ya que, por su concepción, cuando el circuito se vacía completamente, hace falta ayuda externa para poder hacer llegar el combustible de nuevo hasta los inyectores”.
Por último, aconseja, tras un suceso de este tipo, revisar en un taller la batería, motor de arranque, inyectores y bomba de combustible. “No es necesario realizar ninguna reparación especial, aunque es recomendable cambiar el filtro de combustible en la siguiente revisión o cambio de aceite, sobre todo si han transcurrido muchos kilómetros desde el último cambio”.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram