Inundaciones: cómo actuar si un aguacero nos sorprende en el coche

Diez consejos para afrontar con seguridad los drásticos cambios que las lluvias torrenciales de primavera pueden causar en la carretera.

conducir lluvia

Se acerca el verano pero no por eso la lluvia disminuye. De hecho, Valencia registra un récord con el agua caída: 202 l/m2 en solo 24 horas, el mayor en un mes de mayo desde 1871. Los mismos habitantes han dejado registros del fenómeno.

Los coches son estancos ante cualquier tipo de lluvia, por fuerte que sea, salvo que las juntas de goma que sellan las puertas y el maletero estén en mal estado. En cambio, al tratar de atravesar un charco profundo, por ejemplo, el riesgo de calar el motor o de que entre agua al interior se multiplica.

Por norma general, y aunque caiga un aguacero de gran intensidad, solo hay que mantener la calma y adecuar la velocidad a las condiciones para reducir el riesgo de aquaplaning. Si el diluvio compromete demasiado la visibilidad o el asfalto no puede drenar la cantidad caída y se forman balsas, será mejor detenerse y esperar a que despeje.

Consejos para conducir en un aguacero

Sin embargo, las normas generales no siempre valen para los casos particulares, por lo que ofrecemos diez consejos que cubren cualquier situación imprevista que, por motivo de una tormenta, pueda surgir en la carretera.

1. Los neumáticos, la primera clave. Hay que estar preparado para las inclemencias meteorológicas, y lo primero son los neumáticos. Deben presentar buen estado y contar con profundidad de dibujo suficiente para poder evacuar el agua y evitar el aquaplanning –o patinamiento del coche– por culpa del líquido acumulado en el asfalto. La DGT recomienda sustituirlos cuando los surcos lleguen a los tres milímetros de profundidad, aunque el mínimo legal son 1,6.

2. Reaccionar a tiempo. Ante la predicción de fuertes lluvias, mejor será aplazar el viaje. Pero si la lluvia nos sorprende al volante y tiene tal intensidad que compromete la visibilidad o impide circular sin riesgos, convendrá detenerse en un lugar seguro y esperar a que pare o reduzca su intensidad. Las tormentas veraniegas más fuertes suelen descargar en minutos, pero llevar el depósito lleno es asimismo una buena precaución, porque después se pueden generar atascos de duración imprevisible (un árbol caído, una balsa que obstaculiza el paso…).

3. Ver y que nos vean. Es imprescindible que los cristales del coche estén limpios, por fuera y por dentro, que las escobillas de los limpiaparabrisas no dejen áreas sin limpiar y que el depósito de limpiacristales tenga líquido. Además, es recomendable llevar encendidas las luces y tener en cuenta que los camiones y otros vehículos pesados pueden arrojar encima una cortina de agua que reduzca la visibilidad a mínimos durante unos segundos.

4. Más despacio y más lejos. Disminuir la velocidad y aumentar la distancia de seguridad es otra regla de oro para conducir ante fuertes tormentas. Y si alguien nos sigue demasiado cerca, es preferible dejarle pasar. La lluvia aumenta las distancias de frenado y el riesgo de pérdida de control del coche, especialmente en curva.

Conviene también extremar las precauciones con las primeras gotas, porque se mezclan con el polvo y la suciedad acumulados en el asfalto; se crea así una especie de barro que, aunque casi siempre es invisible, resulta especialmente deslizante. Los motociclistas deberían tener todavía más cuidado que los automovilistas ante este fenómeno.

5. Evitar la condensación interior. Es una buena idea conectar el aire acondicionado para evitar que se forme vaho sobre la luna delantera, y también la resistencia térmica de la luna trasera para evitar su empañamiento o eliminarlo si ya se hubiera formado. Aplicar un producto específico antivaho en el interior de los cristales ayuda mucho como medida de prevención.

6. Ojo al aquaplaning. Cuando el asfalto está encharcado, puede que se forme una película de agua entre los neumáticos y el asfalto. Es lo que se conoce como aquaplaning (o planeo sobre el agua en inglés) y normalmente provoca que el coche pierda la adherencia y no responda a los mandos. Es un fenómeno similar al que se produce al pisar hielo, y poco se puede hacer. Pero cuanto mayor sea la velocidad, y mayor la anchura de los neumáticos del coche, mayor será el riesgo.

Por lo que la primera medida es reducir el ritmo. Si surge, lo mejor es levantar el pie del acelerador, tratar de no girar y, sobre todo, evitar frenar, dejando que la retención del motor vaya deteniendo el vehículo progresivamente. De hecho, conviene no realizar ningún movimiento brusco con el volante y los pedales, porque el automóvil se puede desestabilizar con facilidad.

7. Secar los frenos. Después de rebasar charcos o balsas de agua de cierta profundidad, resulta recomendable accionar los frenos de forma suave y progresiva para secarlos y recuperar así su máxima eficacia.

8. Ir conectado. Llevar siempre el teléfono móvil cargado, y con cargador por si se agotará la batería, para poder solicitar asistencia en carretera o alertar de incidencias o accidentes.

9. Planificar la ruta y elegir la más segura. En la medida de lo posible, será mejor circular por autopista y autovía antes que por carretera o vías secundarias. También convendría evitar los trazados de montaña o aquellos con paredes verticales junto a la calzada, porque la lluvia fuerte y repentina puede provocar desprendimientos en zonas poco habituales.

Los túneles tampoco son el sitio más recomendable para atravesar o detenerse, y lo mismo podría decirse de las áreas bajas, próximas a ríos o cauces (aunque estén secos) y que sufran, en general, inundaciones frecuentes.

10. Qué hacer ante una avería. El agua es la principal enemiga del sistema eléctrico. Si surge una avería es mejor esperar a la asistencia en un sitio seguro, bien señalizado y sin levantar el capó para evitar males mayores.

Y si el coche se ha calado después de cruzar una balsa de agua no conviene intentar arrancarlo de nuevo, porque se pueden provocar daños graves en la mecánica. Es mejor llamar a un especialista, por si pudiera solucionarlo in situ, o en su defecto a una grúa para llevar el vehículo a un taller.

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