Durante la Guerra Fría de mediados del siglo XX, no fueron pocos quienes se prepararon de alguna u otra forma para resistir a un probable ataque nuclear. Por entonces abundaron particulares y empresas que dispusieron desde sencillos refugios en el sótano de las viviendas hasta grandes instalaciones, capaces de albergar pueblos enteros y que algunos países excavaron en sus territorios.
Ahora, con la guerra de Ucrania, se ha reactivado el temor a un conflicto generalizado que se extienda a otros países y vuelven a surgir las asociaciones o preparacionistas, los cursos colectivos de supervivencia y la construcción de refugios subterráneos más o menos sofisticadas.
Oppidum es una compañía especializada en este tipo de construcciones y acaba de presentar L’Héritage, su propuestas para excavar en las grandes propiedades un superbúnker privado.
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Se trata de refugio subterráneo y fortificado que no renuncia al máximo lujo y cuya construcción, según el fabricante, garantiza la resistencia “a cualquier tipo de amenaza desde la superficie”.
Un precio de 100 millones
Y es que estos sofisticados refugios están realizados cumpliendo los estándares de protección balística de la OTAN. Son construcciones que utilizan materiales y hormigones de alta densidad similares a los empleados en las centrales nucleares y, por su elevadísimo coste, están vedados solamente a los más potentados.
Los refugios Oppidum se encuentran al alcance de muy pocos, ya que el modelo básico cuesta 10 millones de euros y, en el caso del nuevo modelo L’Héritage, supera los 100 millones. Aunque no se trata de precios cerrados, pues su proyecto y construcción admiten incorporar cualquier exigencia extra deseada por el cliente.
Diseñados por el arquitecto francés Marc Prigent, esta nueva generación de búnkeres ofrece las mismas comodidades que una mansión de lujo. En sus más de 3.000 metros cuadrados de superficie, contienen todo lo necesario para que su multimillonario propietario y toda su familia puedan seguir disfrutando de las máximas comodidades.
Helipuerto y jardín subterráneo
Bajo un helipuerto y a 15 metros bajo tierra, se han previsto salas de arte, cómodos salones, dormitorios, gimnasio y hasta un inmenso garaje con capacidad suficiente donde poder guardar a buen recaudo una docena de vehículos.
Además, el refugio es autosuficiente en cuanto a la producción de energía y dispone en sus almacenes de reservas de todo tipo, suficientes para resistir en total aislamiento un largo periodo de tiempo.
Y aunque en su interior no falta ni siquiera un jardín subterráneo, el recinto es impenetrable. Su acceso solo es posible a través de una esclusa de aire presurizado y franqueando unas puertas blindadas que solo se pueden abrir tras un reconocimiento biométrico de las personas autorizadas, mediante un completo escáner de cara, ojos, palmas de las manos y huellas dactilares.
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