El freno de mano, también conocido como freno de estacionamiento, fue patentado por primera vez por el ingeniero automovilístico inglés Frederick William Lanchester en 1902. Este mecanismo se introdujo para asegurar el vehículo cuando no estaba en movimiento, manteniéndolo inmovilizado incluso en pendientes. Lanchester es conocido por sus innovaciones en el diseño de vehículos. Su sistema de frenado fue crucial en el desarrollo de los primeros automóviles.
El freno de mano funciona de forma independiente del sistema de frenos principal, permitiendo al conductor dejar el coche detenido en situaciones específicas. Aunque originalmente era un dispositivo mecánico con una palanca, con el tiempo ha evolucionado en muchos coches modernos a frenos de mano electrónicos, que se activan con solo pulsar un botón. Con el paso de los años, se ha acabado convirtiendo en un elemento fundamental para la seguridad vial.
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Como se ha comentado, el freno de mano inmoviliza las ruedas de un vehículo de forma permanente. Su nombre proviene de la acción que hay que realizar con la mano en una palanca que permite su accionamiento. Se tira de la palanca (freno de mano) y el automóvil permanece detenido, sin moverse de su sitio. En los nuevos frenos de estacionamiento eléctricos, mediante un pequeño botón, se ha eliminado ese esfuerzo para ponerlo y quitarlo.
Los frenos de palanca en desuso
La empresa británica CarGurus expuso en su informe anual sobre los frenos de estacionamiento, que los fabricantes de automóviles prosiguen montando sistemas de frenado electrónicos en sus coches nuevos, eliminando los clásicos de accionamiento mecánico. Los modelos nuevos que ofrecen un freno de estacionamiento manual se reducen a solo el 13% en 2022, en comparación con el 17% en 2021 o el 37% en 2018.
Las últimas marcas que han dejado completamente de lado los frenos de estacionamiento manuales han sido BMW y Peugeot. Audi continúa ofreciendo este tipo en el 1% de sus modelos, mientras que Opel ha reducido en más de un 40% sus modelos con frenos de estacionamiento tradicionales.
Frenos de estacionamiento electrónicos
El funcionamiento de un moderno freno electrónico es muy similar al antiguo. En los tradicionales, la palanca situada entre los dos asientos delanteros posibilita el tensado de un cable que acciona una pieza en el mecanismo de los propios frenos. Esta presiona las pastillas para bloquear las ruedas posteriores.
Por su parte, en los nuevos frenos electrónicos, la palanca se sustituye por un botón con la letra P que ejecuta, al pulsarlo, la misma acción de subir la manija. Existen dos formas de actuación, cuando se presiona dicho botón, dependiendo del modelo:
- Mediante un motor central: este tensa el cable que posteriormente activa el mecanismo de cada rueda.
- Mediante un motor en cada rueda: unos pequeños motores eléctricos situados en cada pinza de freno accionan un conjunto de piñones que cierran la mordaza de cada uno de los discos.
Mecánicos o eléctricos
Si hay que decidir cuál de los sistemas es mejor, no se puede ser rotundo. Los dos cuentan con sus ventajas y sus inconvenientes.
Por ejemplo, el freno de mano con accionamiento mecánico se puede desbloquear sin problemas si el coche se ha quedado sin batería y se quiere arrancar a empujón. Esto no sucede con el eléctrico, ya que se necesita la corriente de la batería para desbloquearlo.
Otro punto a favor del sistema clásico es que dispone de un menor número de componentes. Son más sencillos y, por lo tanto, menos susceptibles de sufrir averías que sus hermanos eléctricos. Las reparaciones de estos últimos pueden superar los 500 euros por la gran cantidad de componentes electrónicos de los que disponen.
Ventajas y desventajas del freno eléctrico
Los nuevos frenos con accionamiento eléctrico, por su parte, cuentan con una serie de puntos fuertes e inconvenientes.
Al no contar con una palanca, ocupan menos espacio en el habitáculo, lo que deja sitio a otros elementos en la consola central. Ofrecen también otros beneficios:
- Ponerlo y quitarlo no supone ningún esfuerzo para el conductor.
- Su funcionamiento está automatizado. Al apagar el motor, aunque el automovilista se olvide conectarlo, se activa por sí solo.
- Al insertar una velocidad y acelerar, el sistema lo desconecta automáticamente.
- Permite arrancar el coche en subidas pronunciadas, sin tirones o caídas involuntarias en retroceso.
Respecto a sus inconvenientes, el coste de las posibles averías no son los únicos:
- En caso de fallo eléctrico o de un problema con la batería, existe una opción para liberar el freno en el manual del usuario del coche, por lo que hay que llevarlo siempre encima.
- No se puede activar el freno de emergencia de forma gradual, tal y como sucede en el manual.
- Su accionamiento en marcha no es instantáneo, sino que hay que accionar la tecla varios segundos.
- Cambiar las pastillas de freno es más caro, ya que exige el uso de un equipo electrónico de diagnosis compatible.
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