La Unión Europea tiene un plan. Su nombre es Visión Cero y con él pretende acabar con los fallecidos y lesionados graves por accidente de tráfico en 2050. Para lograr la ambiciosa meta, la organización trabaja de la mano con los Estados miembros al tiempo que establece reglamentos comunes con el fin de ir reduciendo la cifra de siniestralidad vial.
La incorporación de nueve sistemas avanzados de asistencia al conductor (ADAS, por sus iniciales en inglés) en los turismos y furgonetas homologados desde el 6 de julio de 2022 es una de sus armas para alcanzar este objetivo.
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Según estimaciones de Bruselas, imponer estos ADAS como equipamiento obligatorio en los vehículos logrará evitar 25.000 muertes en la carretera y 140.000 heridos graves en los próximos 15 años. La apuesta tiene un porqué: 18.800 personas perdieron la vida en las carreteras europeas en 2020, una cifra un 17% inferior a la de 2019 (4.000 menos), pero aún muy alta, sobre todo teniendo en cuenta que hubo menos movilidad por la pandemia.
“Estos nuevos equipamientos de seguridad tienen un alto potencial para reducir considerablemente el número de fallecidos en las carreteras. Además, algunos de ellos también son fundamentales en el desarrollo del vehículo autónomo», afirma la UE en un comunicado. A partir de 2024, ningún coche nuevo podrá venderse sin estos equipamientos.
¿Qué son y cómo funcionan los ADAS?
Las ayudas a la conducción son un conjunto de sistemas que ayudan al automovilista en carretera. A través de distintos sensores, ópticas y dispositivos de captación –según modelos, pueden ser ultrasonidos, láser, lídar, cámaras, radares– recogen la información del entorno del vehículo y la procesan, avisando o actuando para proteger a los ocupantes y al resto de usuarios de la vía.
Los ADAS, por tanto, ayudan a minimizar los posibles errores humanos, causantes de la mayor parte de los siniestros viales. Según la DGT, la utilización de estos sistemas reduce el riesgo de accidente en un 57%.
Además de los elementos de seguridad pasiva (como el avisador de cinturón desabrochado, el botón de llamada de emergencia o los airbags), los ADAS forman parte desde hace tiempo del equipamiento de los vehículos, y no solo de los de alta gama. Pero el cambio está en que varios de ellos van a pasar a ser obligatorios.
Actualmente, todos los turismos comercializados en Europa deben incluir doble airbag frontal, frenos ABS, sensor de presión de ruedas y control de estabilidad (ESP de nombre genérico y con distintas denominaciones en cada marca), como elementos de seguridad más destacados. Y a ellos se sumarán el año que viene otros nueve dispositivos extra.
Los ADAS obligatorios en 2022
Desde julio de 2022, todos los vehículos nuevos que se pongan a la venta en la Unión Europea, incluidos camiones, autobuses y furgonetas, deberán contar con siete tecnologías obligatorias de asistencia a la conducción.
Asistente Inteligente de Velocidad (ISA). Este sistema conecta el control de crucero adaptativo con el de reconocimiento de señales. Si se superan los límites de velocidad establecidos en la vía, el asistente avisa al conductor y adapta la velocidad a la permitida. Se estima que la implantación masiva del ISA, que según la normativa podrá desactivarse, tendría un potencial de reducción de accidentes mortales en carretera del 20%.
Registrador de datos de incidencias (caja negra). En caso de siniestro, este sistema recopila la información básica del vehículo para recuperarla y reconstruir el accidente. Podría resultar útil para establecer el causante de un siniestro, y también ayudará a las compañías de seguros.
Alerta de somnolencia. Este sistema mide el nivel de alerta, sueño y fatiga del conductor analizando distintos parámetros de la conducción. En caso de detectar alguna incidencia, activa una alarma acústica, visual o sensorial. También recomienda hacer paradas transcurridas dos horas al volante.
Señal de frenada de emergencia. Al realizar una frenada de emergencia, el sistema activa un parpadeo en las luces de freno para avisar al resto de conductores. Habitualmente está operativo cuando se circula a velocidades superiores a 55 km/h.
Interfaz para la instalación de alcolock. Permite instalar un dispositivo de alcolock, que obliga a expirar aire en un etilómetro antes de arrancar. Si el conductor supera los límites marcados, el arranque del vehículo quedará bloqueado.
Sistema de detección de tráfico trasero. Facilita la maniobra de salida marcha atrás y avisa si hay obstáculos en la trayectoria, como niños, animales u otros vehículos. Advierte al conductor con una indicación visual en la pantalla del salpicadero o en los retrovisores; si éste no reacciona, el dispositivo actúa sobre los frenos para detener el vehículo.
Sistema de control de presión de los neumáticos. Son obligatorios en los turismos desde 2014. Desde el próximo año lo serán para el resto de vehículos a motor.
Solo para turismos y furgonetas
Además de las tecnologías anteriores, los turismos y furgonetas deberán incorporar dos ADAS adicionales a partir del próximo ejercicio, no así los camiones y autobuses.
Asistente de mantenimiento de carril. El sistema reconoce las líneas blancas que delimitan el carril por el que se circula y, si se atraviesan sin poner el intermitente, entiende que hay un problema y aplica pequeñas correcciones en el volante para devolver el vehículo a la trayectoria correcta.
Ayuda, como todos los dispositivos anteriores, a evitar despistes y minimizar sus consecuencias, y puede resultar también útil si el conductor sufre un mareo o indisposición momentánea, porque le ayudará a guiar el automóvil y, si mantiene cierta capacidad de reacción, a detenerlo con seguridad. Este sistema debe poder desactivarse.
Sistema avanzado de frenado de emergencia. Emplea cámaras, radares y diversos sensores para detectar vehículos y objetos en la trayectoria frontal. Cuando existe riesgo de colisión, reduce automáticamente la velocidad del vehículo. En función del diferencial de velocidad entre el automóvil y el vehículo u objeto, que haya de frente y también de la calidad del dispositivo instalado, podrá evitar el choque o, al menos, disminuir la severidad del impacto y mitigar sus consecuencias.
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