Ocho meses después de limitar la velocidad máxima a 30 kilómetros por hora, Bilbao hace balance: “El objetivo era una ciudad con menos ruido, menos humos y menos accidentes con heridos, y se ha conseguido. Hemos reducido el impacto acústico en dos dB, y la emisión de partículas y de óxidos de nitrógeno han bajado», asegura el responsable de Movilidad y Sostenibilidad, Alfonso Gil. También se registran menos accidentes de tráfico.
La semana pasada entraron en vigor para toda España los nuevos límites urbanos de velocidad con dos objetivos principales (reducir la siniestralidad y rebajar la contaminación), pero la medida ya se aplicaba en muchas ciudades, y se anunciaba en ciertos casos –como en Zaragoza, por ejemplo– con un eslogan: “Vías pacificadas”.
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Pero ahora que el reglamento cambia para todos, la paz no es tanta. Los peatones se alegran, pero algunas asociaciones de conductores protestan. “En Automovilistas Europeos Asociados creemos innecesaria la nueva regulación, ya que los ayuntamientos ya tenían potestad en este ámbito. Y estamos a favor de reducir la velocidad, pero no mediante medidas genéricas. En lugar de analizar las características de cada tramo de calle y fijar el límite de velocidad más adecuado, las administraciones se ahorran ese trabajo y trasladan la responsabilidad a los conductores mediante una especie de café para todos”, sostiene el presidente de AEA, Mario Arnaldo.
“Circular a 30 km/h facilita la convivencia entre los usuarios de las calles –reconoce el director del Área de Movilidad del RACC, Cristian Bardají–, pero no se trata de extender la medida a toda la ciudad. Existen desplazamientos urbanos que requieren una mayor velocidad, con itinerarios adecuados. La clave es proteger áreas sensibles, como los entornos escolares o las calles con un gran volumen de peatones.
En opinión de Arnaldo, el cambio reglamentario “va a generar una gran confusión y un incremento en la recaudación de las multas de velocidad de en torno al 40%”. Barjadí coincide en que se debería “reforzar la señalización de los nuevos límites”.
Un posible ejemplo del desconocimiento de los conductores lo señala AEA con un caso concreto de Madrid, cuyo Ayuntamiento redujo la velocidad a 30 km/h en ocho de cada diez calles en 2018 . Muchos automovilistas no se han enterado. “En la calle de Nuestra Señora de Valverde, la antigua carretera de Fuencarral, hay que circular a 30 km/h, pero no existen señales que así lo indiquen. En el 80% de las denuncias que el Ayuntamiento de Madrid ha puesto en dicha vía no se superaban los 50 km/h, lo que evidencia que los automovilistas sí respetaban el antiguo límite genérico de velocidad”, sostiene Arnaldo.
Las ventajas de la limitación
Y al debate se añade otro asunto: ¿afecta esta cuestión a la póliza del coche? El comparador Acierto.com considera que los seguros deberían abaratarse, porque el historial de siniestralidad “es uno de los factores principales a la hora de calcular el precio de la póliza de un vehículo. Si un conductor tiene menos accidentes, tendrá un perfil de conductor menos riesgoso”.
Si se tienen en cuenta los tiempos de reacción y frenado, un coche que circula a 30 kilómetros por hora recorre antes de detenerse, como media, unos 15 metros; la distancia alcanza hasta 28 metros si avanza a 50 kilómetros por hora. Esto se traduce en otras cifras que cita a menudo la DGT: la probabilidad de fallecer tras un atropello a 30 km/h es del 10%; el dato aumenta hasta el 90% a 50 km/h. A la larga, con la nueva medida, puede suponerse que habrá menos percances (tanto choques entre vehículos como personas arrolladas) y estos serán menos graves.
La Organización de Consumidores y Usuarios considera que la rebaja en la prima “deberían realizarla todas las aseguradoras del automóvil. La velocidad incide directamente en la reducción de la siniestralidad”. Al otro lado, el sector asegurador opina que habrá que verlo. “Tenemos que comprobar que esa bajada del límite se traslada a los hábitos de los conductores y que eso se traduce en una reducción de la siniestralidad, tanto de frecuencia como de intensidad. Si eso se produce, efectivamente, podría reflejarse en una bajada de primas en el medio plazo, no de manera inmediata”, señalan desde Mapfre España. Otras dos compañías consultadas coinciden: decidirán los datos y la libre competencia de precios.
Experiencia previa
Respecto a las cifras, algunas ya están disponibles. El Ayuntamiento de Zaragoza presentó en 2010 la creación de las “Vías Pacificadas” como “una medida pionera en España”. Supuso la reducción del límite a 30 kilómetros por hora en las calles de un carril por sentido y entró en vigor a finales de aquel año, en el que se produjeron 3.759 accidentes. En 2019 fueron 3.169, un 15,7% menos, según los datos de la Policía Local. El número de fallecidos descendió de 14 a 2 (-85,7%), mientras que el número de heridos graves pasó de 148 a 135 (-8,8%). En cuanto a las sanciones por exceso de velocidad, pasaron de 21.530 en 2019 a 30.042 en 2019, es decir, un 39,5% más.
Desde el 22 de septiembre de 2020 todas las calles de Bilbao están limitadas a 30: fue la primera ciudad europea de más de 300.000 habitantes en tomar esta medida, después de que en junio de 2018 –unos meses antes que Madrid– la aplicara al 87% de sus calles. “Sabemos que no puede haber una ciudad sin ruidos, sin humos y sin muertos, pero pretendíamos minimizar el impacto”, recuerda el edil bilbaíno Alfonso Gil, presidente también de la comisión de Transportes, Movilidad Sostenible y Seguridad Vial de la Federación Española de Municipios y Provincias.
Y las cosas en la capital vizcaína “van muy bien”, con matices. “En las primeras semanas, la medida se consolidó rápidamente, pero poco a poco hemos visto que la gente se ha ido relajando. Por eso anuncié la colocación de 25 radares pedagógicos, que monitorizarán las calles y mostrarán a la gente la velocidad a la que va. Si vemos en efecto que los conductores se han relajado, pasaremos a la segunda fase y los radares multarán”, anticipa Gil.
Pontevedra es otro faro en este terreno. La Comisión Europea otorgó en mayo de 2020 a la ciudad gallega la primera edición del Premio de Seguridad Vial Urbana en reconocimiento a su trabajo. Tras la reducción de los límites de velocidad a entre 10 y 30 km/h, desde 2011 no se ha producido ningún accidente mortal en sus calles.
Pero no se trata solo de seguridad vial, y Alfonso Gil insiste en ello. “A 30 km/h bajan mucho los niveles de partículas contaminantes, que van directas a los pulmones, y de óxidos de nitrógeno. La Organización Mundial de la Salud recuerda además que el ruido del tráfico genera cardiopatías, y otros estudios que demuestran que algunas enfermedades, como el alzhéimer, avanzan más rápidamente con un ruido exacerbado. Tenemos que atajar eso”.
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