Por qué el bloqueo por vapor es tan peligroso al conducir

Uno de los elementos más importantes en la seguridad del automóvil son los frenos y, en ellos, el líquido que contiene su sistema es un factor clave para que funcionen correctamente. 

El líquido de frenos es un compuesto muy denso que está fabricado, generalmente, a base de glicol, o en algunos casos de silicona, al que se añaden ciertos aditivos especiales para mejorar su eficacia y su duración. Y su función es servir como fluido hidráulico para transmitir la fuerza de la frenada desde el pedal del conductor hasta la rueda para, así, disminuir por fricción la velocidad.  

El líquido de frenos aprovecha las propiedades físicas de los líquidos, unos fluidos que son mucho menos compresibles que los gases. En mecánica sirven, frecuentemente, para transmitir fuerzas a distancia, como por ejemplo en el circuito de frenos. Pero también lo hacen en otros importantes sistemas como el de la dirección asistida o las cajas de cambio automáticas por convertidor de par. 

Calor excesivo

En el caso del circuito de frenos, la fuerza que se aplica al pedal viaja hasta las pinzas que presionan los discos a través de una bomba hidráulica que la multiplica y actúa por rozamiento sobre los discos a través de las pastillas. Y lo hacen gracias al desplazamiento de un determinado volumen de líquido que, al estar contenido en un circuito estanco, aumenta proporcionalmente su presión sobre los bombines que contienen las pinzas.  

En este proceso, la energía generada se transforma en calor que se transmite durante la conducción a todos los componentes del circuito, incluido el líquido. Por eso debe resistir muy bien no solo la presión generada en el circuito, sino también las repetidas y fuertes subidas de temperatura. 

La resistencia al calor del líquido de frenos se mide por su temperatura de ebullición. Y esta debe ser muy elevada, ya que, si comienza a hervir, se forman gases en el interior del circuito que al, ser mucho más compresibles que el líquido, disminuyen drásticamente la presión y, en consecuencia, la eficacia de la frenada. Es lo que se conoce como un peligroso fenómeno llamado bloqueo por vapor o vapour lock en inglés. 

Incompatible con el agua

Es muy importante que la composición del líquido de frenos sea hidrófuga, es decir, que repela el agua porque esta tiene un punto de ebullición mucho más bajo y su presencia puede llegar a inutilizar el sistema por completo. Por ello, y según aumentan sus propiedades hidrófugas y su punto de ebullición, los líquidos de freno se clasifican con la escala DOT del uno al cinco y en cada coche habrá que utilizar el recomendado por la marca. 

El bloqueo por vapor puede aparecer cuando se solicitan con frecuencia los frenos y el conductor nota que el tacto del pedal se vuelve esponjoso. A medida que se insiste en la frenada, su resistencia va disminuyendo y puede llegar a ser nula cuando el sistema de frenos deja de funcionar por las burbujas de gas que se producen el líquido. Es entonces cuando se crea una de las situaciones más peligrosas que se pueden dar al volante. 

Para evitarlo, la Asociación Española de Proveedores de Automoción (Sernauto) alerta del problema en su programa Elige Calidad Elige Confianza (ECEC). Recomienda sustituir el líquido de frenos con cierta periodicidad, ya que en dos años de uso el punto de ebullición del líquido puede disminuir hasta un 20%.

Además, hay que seguir las indicaciones de mantenimiento del fabricante del vehículo para evitar que, en algún momento de mayor exigencia o bajo condiciones de altas temperaturas ambientales, los frenos no se refrigeren convenientemente, se calienten en exceso y el coche deje de frenar como debe.