La batería en el automóvil permite almacenar la electricidad necesaria para arrancar el motor y suministrar energía a los diversos equipos del vehículo (iluminación, aire acondicionado, elevalunas instrumentos…). Las baterías más comunes suelen estar constituidas por seis acumuladores de plomo, separados en celdas que contienen ácido, y por lo general rinden en conjunto una tensión de 12V.
En su interior, la electricidad se genera mediante una reacción química entre las placas de plomo (electrodos), que están dispuestas alternativamente en vertical según su polaridad sea negativa o positiva. Y para que se produzca esta reacción, es necesario que las placas estén sumergidas en una solución de ácido sulfúrico (electrolito).
Y es precisamente a causa de este electrolito líquido por lo que las baterías tradicionales necesitan un mantenimiento periódico que verifique el correcto nivel de ácido, imprescindible para que la batería cumpla correctamente su función y no se deteriore de forma prematura.
Baterías con o sin mantenimiento
Para realiza esta operación, las baterías disponen de unos tapones en su parte superior, uno por cada vaso, por el que se puede acceder al interior para rellenar el líquido hasta su correcto nivel, que está indicado en algunos casos por unas marcas horizontales (Min/Max) en un visor transparente situado en el lateral de la carcasa.
Si no es así, hay que reponer hasta que el nivel del electrolito se encuentre a un centímetro por encima de las placas, aunque no es conveniente que llegue hasta el borde y se mantenga en todos los vasos por igual unos tres milímetros por debajo del borde de los orificios de llenado.
La verificación del nivel del electrolito conviene realizarla cada tres meses, y sobre todo al final del verano cuando el calor ha podido acelerar la evaporación del líquido. Y la reposición deberá hacerse siempre con agua destilada, disponible en estaciones de servicio y comercios especializados, ya que el ácido sulfúrico diluido no sufre evaporación y, aunque el nivel de la solución descienda, su cantidad permanece constante dentro de la batería.
Es muy importante utilizar agua destilada porque, si se añade agua corriente, la batería puede estropearse por los minerales que contiene.
En todo caso, durante esta operación de mantenimiento habrá que tomar precauciones por el alto poder corrosivo del ácido sulfúrico que, si se derrama o salpica, puede causar severas lesiones en la piel o los ojos. Por ello, será muy conveniente proveerse siempre de guantes y gafas protectoras.
Lo anterior solo es válido para las baterías tradicionales ya que las más modernas son del tipo ‘sin mantenimiento’. En su caso, la carcasa está sellada, sin tapones de rellenado, y no necesitan cuidados especiales a lo largo de su vida útil, que puede oscilar entre tres y cinco años o hasta 12 o más en el caso de las mejores.
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