Uno de los componentes imprescindibles para el funcionamiento de los automóviles es el radiador. Si falla, el motor excederá su temperatura tolerable, lo que puede causarle graves averías o, incluso, su destrucción.
El radiador es una pieza que va situada en la parte frontal del coche, por detrás de la abertura de la calandra, y su estructura está formada por un bastidor y un circuito interior por el que se mueve el líquido refrigerante, que es el encargado de evacuar el calor producido en la combustión.
La función concreta del radiador es enfriar este líquido para que vuelva a circular por el interior del bloque motor y mantener de esta forma estable su temperatura correcta de funcionamiento. Para conseguirlo, lo hace circular a través de la corriente de aire que recibe del exterior a través de la parrilla y provocada por la propia velocidad del vehículo.
O bien, cuando esta resulta insuficiente por ejemplo en ciudad, es forzada por un electro-ventilador automático acoplado al radiador, y este evacúa de ambas formas el calor sobrante a través de unas finas laminillas por las que se produce este importante intercambio térmico.
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Las razones por las que puede fallar un radiador suelen ser siempre las mismas y muy a tener en cuenta ante los primeros síntomas, como el recalentamiento del motor.
Líquido refrigerante adecuado
La principal causa de esta avería suele originarse por una pérdida de líquido en el circuito, debida a alguna fuga en las canalizaciones del sistema, un daño provocado en el propio radiador (impacto de alguna pequeña piedra, por ejemplo) o incluso por una falta de mantenimiento que haya provocado por evaporación la progresiva merma del líquido contenido en el depósito.
Asimismo, un circuito de refrigeración sucio también puede provocar que el sistema no cumpla debidamente su función, por lo que siempre es conveniente utilizar líquidos refrigerantes adecuados y de buena calidad, que incluyen detergentes para mantener libres las canalizaciones libres de impurezas, y también habrá que evitar en lo posible añadir agua corriente, que puede formar depósitos calcáreos, obstruyéndolas.
Un radiador no tiene por qué sufrir excesivo desgaste y su vida útil puede prolongarse sin problema durante bastante más de diez años. Pero sólo si recibe el mantenimiento adecuado, que incluye purgas periódicas de su contenido con el objeto de reemplazar el líquido envejecido por uno nuevo.
¿Cuándo hay que cambiar el radiador?
Una bajada del nivel de líquido en el vaso de expansión del circuito, descubrir que el motor gotee refrigerante cuando permanece aparcado o constatar que la temperatura del motor sube de forma anormal, serán motivos más que suficientes para acudir prontamente al taller y evitar así males mayores.
No obstante, si la fuga está localizada en el propio radiador y no es muy importante, se pueden utilizar diversos productos sellantes que se añaden al líquido refrigerante o resinas epoxi de reparación externa que están habitualmente disponibles en el comercio.
Pero si el problema persistiera, habrá que plantearse la sustitución del radiador, una pieza que por lo general puede costar entre 50 y 600 euros según el modelo de coche a lo que habrá que sumar el coste de la mano de obra correspondiente. Una inversión que sin embargo podrá evitar en muchos casos que el motor sufra una avería catastrófica y quede completamente inservible.
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Cuatro décadas informando sobre el mundo del motor y probando coches de todas las categorías. Después de trabajar en diversos medios especializados (Velocidad, Auto1, Solo Auto, Motor 16, Car and Driver, EcoMotor...), ahora en Prisa Media para seguir cubriendo la actualidad en plena revolución tecnológica del automóvil.