Sensores de aparcamiento desde 20 euros: cómo estacionar rápido y sin roces

Los sensores de aparcamiento son muy útiles para quienes sufren al estacionar. Hay inalámbricos y con cable, y el mercado ofrece una amplia gama.

sensor aparcamiento

Los sensores de aparcamiento facilitan mucho la vida al conductor.

El arañazo bajo el faro trasero derecho de un coche comprado en 2006 se habría evitado hoy gracias a los sensores de aparcamiento, disponibles en casi todos los modelos y presentes en la mayoría de los coches nuevos.

Ya era así en 2018, según datos de Bosch: el 53,8% de los turismos matriculados durante el año anterior contaba con algún sistema de asistencia al estacionamiento. Es la ayuda a la conducción que más aprecian los automovilistas en su día a día.

La misma multinacional tecnológica publicó una encuesta en 2013 que explica la razón: buscar aparcamiento estresaba al 52% de los conductores españoles, tanto por la falta de espacio en las ciudades como por la propia maniobra.

Quienes no dispongan de ninguna ayuda y la necesiten, pueden obtenerla por menos 20 euros. Es lo que cuestan los sensores de aparcamiento más económicos del mercado. Los hay también de hasta 250 euros, con pantalla incluida. 

Instalación y precio

Todos los modelos se instalan con cierta facilidad, se encuentran sin problemas en tiendas online y son por lo general universales: casi cualquier parachoques los acoge.

Los sensores de aparcamiento con cable resultan más económicos (alrededor de 20 euros) y son suficientemente precisos como para no tropezarse con una farola.

Entre sus desventajas aparece la instalación, algo más complicada: exigen llevar un cable desde la centralita de los sensores hasta el salpicadero, donde se coloca la pantalla que informa de la distancia entre el coche y el objeto con un código de colores (en ocasiones, también, con la cifra expresada en metros).

Sensores de aparcamiento inalámbricos

La alternativa es un equipo inalámbrico, que evita la necesidad de ese cable, pero puede perderse precisión por interferencias. También hay modelos cuya centralita se conecta a un avisador que, a su vez, emite pitidos en función de la distancia. Este se coloca en el maletero, por lo que no hace falta un cable que lo lleve al habitáculo.

Por lo común, los sensores de aparcamiento funcionan por ultrasonidos: emiten una onda que rebota en el obstáculo, y de este modo calculan la distancia. Van conectados a una pequeña centralita y deben incrustarse en el parachoques, por lo que se hace imprescindible taladrarlo.

Los sistemas electromagnéticos evitan este problema: el sensor es una cinta metálica de unos dos centímetros que se coloca en el interior del paragolpes sin necesidad de agujerearlo, y que a su vez se conecta a la centralita.

Estos kits electromagnéticos, que resisten mejor los golpes y las inclemencias meteorológicas, son algo más caros (entre 35 y 65 euros) y no pueden utilizarse sobre paragolpes de metal. 

¿Qué sensor elegir?

Además del precio, antes de la compra de unos sensores de aparcamiento deben tenerse en cuenta varios factores.

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