La compatibilidad del carnet de conducir B con la conducción de motos de hasta 125cc (siempre que la licencia tenga al menos tres años de antigüedad) permitió en 2004 dar un salto generalizado a las dos ruedas. Muchos conductores se han animados desde entonces, por norma general optando por escúteres de coste asequible y apropiados para trayectos urbanos.
Sin embargo, muchos de ellos también se encontraron con una barrera de entrada, ya que, aunque a priori pueda parecer sencillo, sin experiencia ni entrenamiento previo no siempre es fácil ponerse al manillar de una moto.
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Se trata de algo lógico, puesto que se está mucho más expuesto que en un coche, la sensación de desprotección es mayor y la conducción en sí resulta más peligrosa, por cuestiones como la estabilidad del vehículo y la necesidad de dominar maniobras como el trazado de las curvas.
En esta tesitura, con un mercado potencial desaprovechado, hace ya unos 15 años, Piaggio realizó una propuesta fuera de la normal, original y criticada en su momento, pero que dio con una fórmula que a la larga se ha confirmado como un éxito: las motos de tres ruedas.
Un nuevo concepto
La idea era sencilla: montar una segunda rueda en el eje delantero. De esta manera se forma un dúo que bascula de manera simultánea, lo que aumenta de manera considerable la estabilidad de la moto y transmite una mayor seguridad a quien está a los mandos. Esto hace que sea más fácil para los novatos la transición entre el coche y la moto. Además, estos modelos suelen contar con un sistema que bloquea el eje delantero y hace que la moto se mantenga en pie por sí misma.
Aunque aportan dichas ventajas sobre un escúter convencional, las motos de tres ruedas también presentan ciertos inconvenientes. El primero es que por norma general son más caras que un modelo de dos ruedas de cilindrada y potencia equivalentes. El segundo es que tienen un peso superior, por lo que a igualdad de motor sus prestaciones son inferiores y su consumo es más elevado. Esto hila con la tercera de las desventajas, ya que por su volumen y peso son menos ágiles que un escúter convencional.
El cuarto problema es que, legalmente, las motos de tres ruedas no son motocicletas, sino triciclos.
No son motos, son triciclos
Hay excepciones, pero por norma general los modelos de tres ruedas entran en la categoría L5e, la de los triciclos, algo para lo que tienen que cumplir ciertos requisitos, tales como tener una anchura de al menos 46 centímetros en el eje delantero, contar con un pedal de freno que actúa sobre ambos ejes, disponer de un freno de estacionamiento y tener intermitentes que sobresalgan de la carrocería. Esto tiene sus propios pros y contras.
Entre las ventajas, la que más destaca es que con el carnet de conducir B, el de coche, se pueden conducir triciclos de cualquier cilindrada y sin que importe la antigüedad de la licencia. Esto permite optar por mecánicas más potentes que compensen el peso extra de la estructura y le otorguen un rendimiento adecuado.
Entre los puntos negativos, sobresale el hecho de que –como no son técnicamente motos– no pueden circular por el carril bus ni estacionar en aparcamientos específicos para vehículos de dos ruedas. En la práctica, los usuarios se comportan como si pudieran hacerlo, pero es imprescindible señalar que, con la ley en la mano, un agente de circulación puede sancionar estas prácticas.
Una oferta cada vez más extensa
Tras casi tres lustros de desarrollo, el nicho de mercado existe y muchos fabricantes de escúteres han añadido al menos un modelo de tres ruedas a sus gamas, existiendo una oferta cada vez más amplia de entre los 300 y 500cc de cilindrada.
El pionero, el Piaggio MP3, sigue siendo uno de los referentes y está disponible en versiones de 300, 350 y 500cc, contando esta última con un motor de 44,2 CV de potencia. Su gama arranca en los 6.599 euros.
El Yamaha Tricity es una de las opciones interesantes para iniciarse en el mundillo, puesto que se ofrece con 125cc homologado como motocicleta (es necesario, por tanto, tener tres años de antigüedad en el carnet B). Cuesta 3.999 euros y monta un pequeño motor de 12 CV. Sin embargo, también existe la variante 300 (8.099 euros), con un diseño similar pero más corpulento, y respaldada por un bloque de 26 CV que la mueve con mucha más soltura.
El Qooder QV3 (6.299 euros) solo se vende con una motorización de 346cc y 29 CV de potencia, destacando en su diseño por calzar unas ruedas más grandes que sus rivales directos. Otro modelo popular es el Peugeot Metropolis 400 (desde 8.895 euros), cuyo motor rinde 35,6 CV y 38,1 Nm de par máximo.
Yamaha Niken: una ‘rara avis’
Casi todas las motos de tres ruedas son escúteres, pero hace ya cuatro años Yamaha decidió dar un giro al concepto aplicando el formato a un modelo deportivo. El resultado fue la Yamaha Niken (16.349 euros), que no tiene ningún rival directo.
Su diseño es realmente llamativo gracias a la afilada careta frontal y se distingue del resto de motos de tres ruedas por una posición de conducción diferente, que obliga al piloto a adoptar un posición más de ataque. Tiene un bastidor híbrido de acero y aluminio, puede inclinarse hasta 45 grados y monta un potente motor de 115 CV y 847cc.
Un paso más allá: con cuatro ruedas
El segmento está creciendo hasta el punto de que ya hay disponibles incluso modelos de cuatro ruedas, como el Qooder. Este añade otra rueda más, al eje trasero, lo que deriva en un extra adicional de seguridad y estabilidad. Lógicamente, también implica un peso extra que perjudica a su agilidad, motivo por el que se comercializa con un motor de potencia media (32,5 CV). Se puede adquirir por 9.999 euros.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.