Cuatro SUV innovadores, mestizos y sorprendentes: conducción

BMW X4 xDrive 2.0d Aut., Mercedes GLC Coupé 250d 4M, Kia Niro 1.6 GDi HEV Drive, Toyota C-HR Hybrid Advance: dos todocaminos exclusivos con motores turbodiésel y otros dos modelos compactos más populares y económicos.

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De izquierda a derecha, Toyota C-HR, Kia Niro, Mercedes GLC Coupé y BMW X4.

Dos conceptos de coche con tecnologías mecánicas diferentes. El BMW X4 y el Mercedes GLC Coupé son dos SUV premium de silueta cupé y equipan motores turbodiésel con cambio automático: 2.0 de 190 CV con ocho marchas el primero y 2.2 de 204 CV con nueve el otro. El Kia Niro y el Toyota C-HR tienen también carrocerías de estilo SUV, pero con mecánicas híbridas, que reúnen un motor de gasolina y otro eléctrico.

Y añaden unas baterías que se recargan en marcha (como todos los híbridos) y ayudan a bajar el consumo, al menos en ciudad. El primero suma 105 CV del motor 1.6 y 43,5 del eléctrico para llegar a 141 CV, e incluye un cambio automático de seis marchas y doble embrague. El Toyota equipa un 1.8 de 98 CV y un eléctrico de 72 que rinden 122 CV (no dan la potencia máxima a la vez). Y lleva un cambio de engranajes de una sola marcha que funciona como los de los escúteres y es muy suave, aunque menos eficaz que el del Kia.

Entre los turbodiésel, los dos tienen mucha fuerza desde 1.500 vueltas, y como sus cambios automáticos bajan de marcha al instante en cuanto se les exige, están siempre en posición de tiro y aceleran y mueven sus casi dos toneladas con poderío. Pero el Mercedes hace valer sus 14 CV más y las nueve marchas para ofrecer unas prestaciones algo mejores.

Los dos híbridos son menos potentes, priman el consumo y no resultan brillantes, aunque se defienden. Pero cuando agotan la batería, por ejemplo en subidas largas, se quedan solo con el motor de gasolina y pierden potencia y prestaciones. El Kia resulta más agradable gracias al cambio, que es instantáneo y permite reducir con un toque de palanca. El Toyota aprovecha bien en ciudad el empuje del módulo eléctrico para circular en silencio a punta de acelerador y resulta muy agradable y relajante, incluso a ritmos tranquilos en carretera. Pero en subidas y cuestas, y sobre todo en cambios de ritmo y al adelantar, el motor sube mucho de vueltas sin que esa sonoridad se corresponda con el aumento de velocidad. Y al final corre como el Niro.

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De izquierda a derecha, BMW X4, Mercedes GLC, Kia Niro y Toyota C-HR.

En la estabilidad, el Mercedes y el BMW traducen su mayor tamaño en un gran aplomo. Pero acusan las inercias y no conviene buscar sus límites en las curvas, porque, aunque se agarran mucho, son difíciles de corregir si hay problemas. El X4 se siente más deportivo, con una dirección precisa y controles de seguridad menos alarmistas, y el GLC, más confortable.

El Toyota ofrece un comportamiento más homogéneo que el Kia, porque tiene una amortiguación más firme que sujeta mejor la carrocería y obedece al volante con más fidelidad. El Niro es fácil de conducir, pero balancea más y no resulta tan eficaz en virado, en parte por sus llantas, más pequeñas (16 pulgadas). En los frenos, el BMW para en menos metros, los dos híbridos lo hacen igual y el Mercedes necesita más distancia. Pero al igual que el X4, ofrece una calidad de conducción sobresaliente que compensa el relajante silencio de los híbridos en ciudad.

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