Ferrari se ha volcado con los descapotables, sus dos últimos lanzamientos han sido de techo abierto: si el 812 GTS es la variante roadster del 812 Superfast, el Ferrari F8 Spider lo es del F8 Tributo, heredero del 488 GTB y, a su vez, el deportivo V8 más potente jamás fabricado por la marca.
No renuncia a tal privilegio en este caso, puesto que mantiene intacto el mismo bloque, el galardonado como mejor motor del mundo durante cuatro años consecutivos (de 2016 a 2019), un 3.9 V8 turbo que desarrolla 720 CV de potencia y un par máximo de 770 Nm.
Esto le sirve para conseguir unas cifras de aceleración prácticamente idénticas a las del F8 Tributo: calca el 0 a 100 km/h en 2,9 segundos y su velocidad máxima de 340 km/h, aunque es algo más lento en alcanzar los 200 km/h desde parado, necesitando 8,2 segundos, en lugar de los 7,8 del cupé.
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Esto se debe a que, debido a su naturaleza descapotable, ha aumentado de peso. Mientras que la versión cerrada marca 1.330 kilos sobre la báscula, éste llega hasta los 1.400, algo propio de la presencia de refuerzos para mantener la rigidez estructural, así cómo del sistema del techo duro retráctil, una operación que emplea 14 segundos en abrirse o cerrarse y puede llevar a cabo la operación a velocidades de hasta 45 km/h.
Es el único punto que diferencia a ambas versiones del modelo, puesto que mantiene el resto de elementos intactos, desde su diseño a su dotación tecnológica, que incluye el Ferrari Dynamic Enhancer Plus con el SSC (control de deslizamiento lateral) en su versión 6.1, que ajusta la presión de frenado en cada rueda de manera individual para mejorar la respuesta y el control en curvas y en situaciones de baja adherencia.
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