Superformance tiene un contrato con Ford para vender bajo licencia una reinterpretación del clásico Shelby Cobra. Se llama Superformance MKIII-R y tiene una particularidad: se vende como chasis rodante, lo que hace que, legalmente, no pueda montar de fábrica ni un motor ni una transmisión. Un deportivo que se construye por piezas en el garaje.
La compañía pone a disposición de sus clientes diversos motores entre los que elegir, pero está obligada a venderlos por separado y que sea luego el comprador quien se ocupe de acoplar uno de ellos al vehículo.
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La firma propone cuatro propulsores V8 y en algunos casos preparados por Roush Performance. Aunque no se ha concretado la potencia de todos ellos, el ejemplar presentado lleva instalado uno de 510 CV.
Lo que todos tiene en común es que irán montados sobre un chasis tubular con suspensión independiente, con amortiguadores Bilstein, diferencial de deslizamiento limitado de serie y frenos con pinzas de cuatro pistones delante (opcionalmente de seis) y monobloque en el eje trasero.
Su diseño rinde homenaje al Shelby Cobra, luciendo una imagen inconfundible. Destacan una gran toma de aire central, los faros circulares, una carrocería de líneas curvas, musculosos pasos de rueda, escapes asomando por los faldones laterales y un arco de seguridad tras el asiento del conductor.
Los compradores pueden personalizar al gusto tanto el color de la carrocería como el de las llantas, y también el diseño de estas, que tienen 18 pulgadas de diámetro. Asimismo, el interior permite una configuración personal basada en los asientos de cuero y en un salpicadero completamente analógico inspirado en la vieja escuela.
El precio base del Superformance MKIII-R es de 79.000 dólares (algo más de 72.000 euros al cambio actual), cantidad a la que hay que sumar el coste de la transmisión y del motor elegidos por el cliente, así como el de los extras añadidos por el propietario.
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