El desarrollo de los coches autónomos está lejos de ser un camino de rosas. Alcanzar los niveles superiores de autonomía es algo al alcance de muy pocos y en muchas de las pruebas realizadas se han producido accidentes. Esto hace que mucha gente no se fie de este tipo de vehículos, pero, ¿y si uno de ellos es capaz de sacarse el carnet de conducir como un alumno más?
Ese ha sido el objetivo de Hyundai, que lleva mucho tiempo poniendo a prueba y evolucionando su Ioniq 5 robotaxi. Confiando en sus capacidades, ha decidido enfrentarlo al examen que cualquier persona tendría que pasar en Nevada, Estados Unidos, para conseguir su licencia.
Aunque se trata de un vídeo promocional de la marca, el examen ha sido real y para someter al vehículo a la prueba han contado con Kandice Jones, examinadora profesional con 25 años de carrera. Y, según los datos que aporta Hyundai, solo el 16% de las personas que se examinan con ella consiguen aprobar.
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La propia Jones establece las bases de lo que el Hyundai tiene que superar: “Serán los mismos criterios, como hacer pruebas a un ser humano. Estaremos monitoreando la velocidad, los cambios de carril, evaluaré las maniobras, hacer una parada completa, girar a la izquierda, mantener el carril y, por supuesto, el tiempo de reacción”.
En esas circunstancias, este Hyundai Ioniq 5 lidia tanto con carreteras urbanas como con interurbanas y se enfrenta a algunas situaciones en las que los modelos autónomos pueden tener problemas, como por ejemplo zonas de obras delimitadas por conos.
Una vez termina el examen, obtiene una calificación de perfecto, algo que al menos en teoría deberían alcanzar siempre estos modelos cuando alcancen el nivel 5 de conducción autónoma.
Aunque el resultado no es oficial, puesto que no se le puede entregar un carné de conducir a un vehículo, si se trata de una maniobra interesante para hacer que la gente confíe en esta tecnología, algo que hoy por hoy no es así: según la American Automobile Association, el 73% de los americanos no confían en los vehículos autónomos, algo que se puede extrapolar a regiones como la europea.
Queda un largo camino por recorrer, y es que en lugares con San Francisco, donde Cruise opera con sus modelos, el rechazo de los conductores y los peatones a la conducción automatizada ha llevado incluso a quemar uno de los taxis-robot.
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