A pesar de que un conductor debe tener siempre fijada su atención de lo que sucede en la carretera, los cuadros de instrumentos proporcionan datos vitales para efectuar una conducción segura. Conocer el funcionamiento y el estado del vehículo es tan imprescindible como trazar correctamente en las curvas.
Entre los indicadores y chivatos más importantes se encuentran: el nivel de combustible, el de temperatura del motor, nivel del aceite en el cárter, líquido de frenos, las revoluciones, y como no, el velocímetro.
A trazo grueso, un velocímetro se aprovecha de los datos que recogen unos sensores (imanes) que se ubican en el eje de la transmisión y en la rueda para medir la rotación de ambos y convertir esos datos en la velocidad de circulación.
Margen de error en los velocímetros
Para ir directos al grano, los velocímetros mienten. Estos indicadores, que comparte espacio protagonista en el cuadro de instrumentos con el tacómetro, han sido construidos con un margen de error que debe siempre marcar una velocidad más alta a la que realmente circulamos.
Esta desviación entre velocidad real y la que marca el velocímetro no es casual. Está amparada por la legislación y los fabricantes de vehículos asumen esos preceptos. Se encuadra dentro la normativa europea denominada UN ECE Regulation 39, que en su artículo 5.3 reza así: “La velocidad indicada [en el velocímetro] nunca deberá ser inferior a la velocidad real del vehículo”.
Además, se sirve de la siguiente fórmula para establecer las velocidades que deben marcar los velocímetros: 0 ≤ (V1 – V2) ≤ 0,1 V2 + 4 km/h (siendo V1 la velocidad indicada y V2 la velocidad real). Así se establece que la diferencia permitida entre la velocidad marcada y la real debe ser, como máximo, igual a la velocidad real multiplicada por 0,1 más 4 km/h.
Siempre que tiene haber un margen de error al alza de un 10% más 4 km/h, sirva como ejemplo un vehículo que circula a una velocidad de 100 km/h. Este tendría un margen de error de 14 km/h. Es decir, el velocímetro va a marcar 114 km/h y está mintiendo. La velocidad real a la que vehículo circula es de 100 km/h.
Este margen de error no afecta a otros instrumentos que se encuentran conectados al velocímetro como son el odómetro (cuentakilómetros) y el tacómetro (cuentarrevoluciones) y que no se le ha inducido ninguna tolerancia respecto a su precisión.
¿Es más fiable el GPS?
A día de hoy existen infinidad de aplicaciones que, a través del teléfono móvil, ofrecen una geolocalización para asistir a la conducción. Esto también se aplica a las apps que están integradas en el propio vehículo, en la pantalla de infoentretenimiento.
Un GPS opera a través de una técnica llamada trilateración. Esta es usada para calcular la ubicación, la velocidad y la elevación. La trilateración recopila señales de los satélites para enviar información de la ubicación. A menudo se confunde con la triangulación, que se utiliza para medir ángulos, no distancias.
Los satélites que orbitan la Tierra envían señales para que sean leídas e interpretadas por cualquier dispositivo con GPS. Para calcular la ubicación, se debe de recibir la señal de al menos cuatro satélites.
Para que la app ofrezca los datos de la velocidad, debe medir la distancia recorrida en un tiempo determinado gracias a los datos proporcionados por los satélites. Una vez obtenida la posición, calculan el recorrido realizado y lo dividen por el tiempo requerido.
Por esto, los cálculos de velocidad que presta el sistema GPS son mucho más precisos que los velocímetros de los vehículos, ya que el GPS no se ven afectados por el margen de error, el tamaño de las ruedas o las relaciones de la transmisión.
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