El del combustible y del aire no son los únicos filtros que equipa un coche: el del habitáculo mantiene el interior libre de impurezas y partículas nocivas. Igual que ocurre con el resto, acumula polvo, suciedad y partículas. Motivo por el que es necesario cambiarlo siguiendo las pautas del fabricante.
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La importancia del filtro del habitáculo
El filtro del habitáculo, conocido también como filtro de polen o filtro antipolen, evita que entre polvo y todo tipo alérgenos en el interior del coche. Su presencia es fundamental para cuidar la salud del conductor y de los ocupantes del vehículo.
El material del que se compone es mucho más denso que el del filtro de aire convencional. Es así porque debe retener partículas que son mucho más finas para que no lleguen hasta el interior del coche.
Su estado no influye en el rendimiento o en la potencia del coche, pero sí en la calidad del aire que respira el conductor y sus acompañantes. Si no se cambia con cierta regularidad, además de polvo, polen y alérgenos, puede aparecer moho. Y esto podría desembocar en enfermedades respiratorias.
Conocida la teoría, un mecánico de TikTok ha querido mostrar la práctica. Explica el caso de un coche que le han llevado al taller porque la climatización no va: el ventilador funciona a pleno rendimiento, pero apenas sale aire.
Todo apunta a que el fallo está en el filtro del polen: “Vamos a ver cómo está. Mirad: totalmente tapado, hecho una mierda. Mirad cómo se me ha quedado la mano”. Explica que la misión de este componente es que “no te comas ni el polen, ni el polvo”.

¿Cada cuánto cambiar el filtro del polen?
Y muestra la suciedad que desprende el filtro del polen: “Mirad todo lo que sale: esto es todo lo que filtra para que no lo respiréis dentro del coche. Es muy importante cambiarlo porque, al final, estáis respirando mierda”.
El filtro del habitáculo se sustituye al mismo tiempo que el del aire y el del aceite: cuando se lleva a cabo el mantenimiento del vehículo en el que está incluido el cambio de aceite. Debe ser, al menos, una vez al año o cada 10.000 kilómetros: lo que antes suceda. Una operación que cuesta, según el RACE, entre 10 y 40 euros.
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