En verano, el calor se acumula en el habitáculo del coche: sobre todo cuando no es posible aparcar a la sombra o protegerle de los rayos del sol. Algo que puede ser peligroso para el conductor, ya que con 35 grados en el exterior es fácil llegar a los 55 en el interior.
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Según los datos recogidos por el RACE, cuando un vehículo queda expuesto al sol, los plásticos o el cuero de asientos, salpicadero y guarnecidos pueden alcanzar temperaturas por encima de los 60 grados. Una cifra que puede ser superior en el caso de los elementos metálicos.
Hay estudios que han analizado cómo influye el color de la carrocería y de la tapicería en esa temperatura interior. La conclusión de algunos de ellos es que el tono de la primera no es lo que hace que la temperatura interior se dispare: lo que marca la diferencia es el tono de la segunda.

Un coche negro y uno blanco
Si es oscuro, absorbe más la energía solar y da pie a un mayor efecto invernadero en el habitáculo. Esto es lo que, en su momento, quiso comprobar el Real Automóvil Club de Cataluña (RACC) y, para ello, se unió al Touring Club Schweiz (TCS), el club suizo del automóvil.
El experimento estuvo protagonizado por dos coches casi iguales: uno tenía la carrocería y el interior de color negro, y en el otro tanto el exterior como el habitáculo eran blancos.

Casi 20 grados de diferencia
Expusieron a ambos vehículos a la radiación solar durante 60 minutos. Superado este tiempo, el coche de color negro había llegado a los 80 grados y el blanco se había quedado en 63: una diferencia de 17 grados.
El incremento de temperatura sobre la superficie de los vehículos se produjo de forma progresiva: la mayor subida tuvo lugar en los primeros 20 minutos. Este resultado confirma que los vehículos de tonos oscuros absorben más radiación solar que los claros.
¿Cómo minimizar el efecto del sol en el habitáculo?
Para los primeros, existe una manera práctica de frenar los efectos del sol: tintar las lunas. No aislará el habitáculo por completo, pero sí ayudará a que la temperatura interior no sea tan elevada.
Cabe recordar que tanto la Dirección General de Tráfico (DGT) como otros organismos, recomiendan una temperatura concreta que es la idónea: tanto en verano como en invierno. El equilibrio entre el calor y frío oscila entre los 21 y los 24 grados. En esta horquilla, el conductor estará cómodo, seguro y se cansará menos.
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