Toda innovación tecnológica tiene sus puntos controvertidos. Las estaciones de carga de los coches eléctricos son uno de los símbolos de la transición ecológica, pero un estudio las ha dejado en entredicho. Son una fuente de contaminación invisible, pero real.
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El informe, firmado por varios investigadores de la Escuela de Salud Pública Fielding de la Universidad de California (UCLA), ha sido publicado este mes de agosto. Define a las estaciones de carga rápida como una “fuente de contaminación del aire que se pasa por alto”, tal y como recoge Bloomberg.
Para dar forma a la investigación han estudiado 50 estaciones de carga rápida de CC ubicadas en Los Ángeles: el 60% de las cuales eran Supercargadores Tesla. El foco ha estado puesto en las partículas atmosféricas potencialmente peligrosas conocidas como PM2.5.

El nivel de contaminación en las estaciones de recarga
En el fondo urbano (un lugar situado en una zona urbana cuyos niveles son representativos de la exposición de la población urbana a la contaminación atmosférica) la concentración de dichas partículas fue de siete a ocho microgramos por metro cúbico.
Esta cifra aumentó a 10-11 en autopistas o intersecciones concurridas. Las gasolineras registraron alrededor de 12 microgramos por metro cúbico, mientras que los cargadores se situaron entre 15 y 200, el máximo. Además, el 46 % de las estaciones superó las directrices de calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para las PM2.5.

La causa: ventiladores
El equipo analizó los gases (CO, CO2, ozono), la volatilidad de las partículas y su composición química. ¿Qué explicación han dado a estos niveles de partículas? Creen que la causa son los ventiladores utilizados en los armarios donde se ubican los cuadros eléctricos.
Es cierto que ayudan a mantener los equipos refrigerados, pero el estudio indica que, probablemente, tengan un efecto secundario no deseado: levantar las partículas procedentes de neumáticos, frenos y polvo. Esto ensucia el aire que está alrededor de las estaciones de carga.

Medidas para evitarlo
No se trata de una nube tóxica visible, sino de micropartículas especialmente dañinas para las vías respiratorias. Las empresas de carga de vehículos eléctricos pueden incluir sistemas de filtración para mitigar esta contaminación. También pueden evitar colocar los cargadores cerca de lugares como escuelas y zonas residenciales.
Algunas compañías aseguran que ya han tomado medidas para reducir los riesgos de las partículas, pero como explica uno de los coautores del estudio: “Hasta la fecha, no existen normas que regulen estas emisiones. Existe un vacío regulatorio total”.
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