El último, pero el más importante. Tras más de una década algo errática con varios modelos fallidos, unos por estrafalarios y otros por anodinos, Renault encara la recta final de su renovación con el nuevo Mégane, clave en su catálogo y la mejor arma para afianzar la recuperación. El compacto francés aporta más gancho estético, tecnologías innovadoras y precios competitivos. La carrocería cinco puertas llegará en enero: desde 16.600 euros (sin prima por financiación ni Plan PIVE). A lo largo de 2016 se lanzará la versión familiar y los monovolúmenes Scénic y Grand Scénic, y en 2017 un híbrido diésel con solo 2,9 litros de consumo medio.
El Mégane salió en 1995 y ya se han vendido 6,6 millones, cuatro de ellos fabricados en Palencia. Y es un superventas en España: 12 veces líder absoluto del mercado, nueve de ellas entre 2003 y 2012. La cuarta generación que llega ahora se seguirá produciendo en la planta castellana, que podría batir el récord y alcanzar su límite de producción, unas 320.000 unidades.
El nuevo Renault aspira a competir con el Golf y coincide con el estreno del nuevo Astra. Mide 4,35 metros de largo, seis centímetros más que antes, y es algo más ancho y bajo. Y esta solución combinada con un frontal bastante expresivo y un lateral musculoso con la cintura de chapa elevada, acentúa su imagen deportiva.
El interior está bien presentado y comparte elementos de los nuevos Espace y Talismán, sus hermanos mayores. Destacan los asientos delanteros, amplios y cómodos, y permite elegir entre tres pantallas, incluida una vertical tipo tablet de 8,7 pulgadas asociada al sistema multimedia R-Link2, que agrupa la mayoría de los mandos y permite variar los reglajes, el color de la instrumentación, la iluminación, etcétera. Los acabados y materiales son correctos, como la habitabilidad, aunque no es de los más amplios: tiene unas plazas traseras algo justas en la zona de las piernas y un maletero aceptable (384 litros). Por lo demás, la suspensión es cómoda, está bien aislado y ofrece un tacto de conducción fino y un comportamiento bastante ágil y seguro que se disfruta en especial en la versión deportiva GT: incluye el sistema 4Control (dirección a las cuatro ruedas).
La gama Mégane tendrá tres motores de gasolina: 1.2 TCE (turbo) de 100 y 130 CV (desde 16.600 y 18.200 euros, y 5,4 y 5,3 litros de media) y 1.6 turbo GT de 205 CV (26.300 y seis litros). Y hay tres turbodiésel: 1.5 dCi de 90 y 110 CV (18.100 y 20.400 euros y 3,7 litros de media) y 1.6 dCi de 130 CV (23.200 y cuatro litros). Todos llevan cambio de seis marchas y el GT un automático de siete.
Dirección a las cuatro ruedas
El sistema 4Control (dirección a las ruedas traseras) es una primicia entre los familiares compactos actuales y un avance destacado del Mégane. Lo estrenaron los nuevos Espace y Talismán y sorprende por su eficacia, tanto al maniobrar en ciudad, como cuando se circula en carretera. Viene de serie en las versiones deportivas GT, que incluyen cuatro programas de conducción, y en el Sport, reduce un 40% el giro del volante. Hasta 80 km/h, las ruedas traseras giran 2,7 grados en sentido inverso a las delanteras y mejoran la agilidad. Por encima de esa velocidad lo hacen un grado en el mismo sentido del volante y aportan la estabilidad y aplomo de un coche más grande.
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