Más tarde o más temprano, casi todas las marcas del mercado han acabado entrando en el segmento SUV, movimiento que, por norma general, ha sido un acierto atendiendo a las ventas que logran este tipo de vehículos. En el caso de Jaguar, fue el F-Pace quien abrió la veda en 2016 y, tras casi cinco años, ha llegado la hora de ponerlo al día.
Su diseño no ha envejecido ni un ápice desde que vio la luz, por lo que la firma británica ha optado por presentar cambios mínimos en este aspecto.
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Así, el Jaguar F-Pace muestra unos grupos ópticos con nueva firma lumínica, una parrilla con la trama diferente y un paragolpes que modifica las entradas de aire. En la zaga, el todocamino estrena faros traseros con efecto tridimensional y un difusor que integra las salidas de escape.
En cambio, en el interior sí se aprecia un importante salto hacia adelante. Además de los habituales cambios en los materiales o la tapicería, se lleva el protagonismo el sistema multimedia Pivi Pro, compatible con Android Auto y Apple CarPlay y con una pantalla de 11,4 pulgadas. Tampoco faltan un cuadro de instrumentos digital de 12,3 pulgadas ni el Head-Up Display.
Además, como ha ocurrido en otras renovaciones recientes del grupo Jaguar-Land Rover, casi toda la gama del Jaguar F-Pace se electrifica: el motor de gasolina de acceso, de 250 CV, es el único bloque que no utiliza algún tipo de hibridación y, por ende, el único sin etiqueta medioambiental ECO o Cero de la DGT.
Junto con él están el 3.0 microhíbrido de 400 CV y el 2.0 híbrido enchufable de 404 CV, que es capaz de recorrer hasta 53 kilómetros en modo eléctrico. Por parte de los diésel, las tres opciones son microhíbridas, dos con el motor 2.0 (disponible con potencias de 163 y 204 CV) y una con el 3.0, que llega a los 300 CV.
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