Aunque no lo parezca, los modelos de cero emisiones llevan suficiente tiempo en el mercado como para que ya haya coches eléctricos de segunda mano a la venta. Cualquier potencial comprador que esté interesado en ellos deberá tener en cuenta, además de los aspectos habituales, las particularidades de este tipo de vehículos.
La antigüedad juega un papel incluso más importante de lo normal, ya que afecta al hecho de si son coches eléctricos de primera o segunda generación, con diferencias tecnológicas importantes entre unos y otros, que afectan a áreas tan relevantes como el rendimiento, la potencia y la autonomía.
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La evolución ha sido notable en estos campos, así que cuanto más nuevos sean, mejor. Especialmente por uno de los aspectos a los que más atención debe ponerse, es la batería.
La importancia de la batería
La batería de un coche eléctrico va perdiendo rendimiento tanto por el uso como por los ciclos de carga y descarga. El estándar es prometer, pasados ocho años, un 80% restante de capacidad.
Lo normal, sin embargo, es que el desgaste sea mayor, por lo que ese imprescindible comprobar cuál es su autonomía real. Un modelo de cinco años con 300 kilómetros de rango de uso homologado, que en la práctica son menos, bien podría haber rebajado la cifra a la mitad.
Coche eléctrico de segunda mano: trayectos
También hay que valorar qué uso se le va a dar en el día a día. Si rutinariamente se realizan viajes más largos, habrá que optar por modelos con baterías de mayor tamaño, pero si solo se realizan trayectos estándar (entre 30 y 35 kilómetros al día) es factible decantarse por coches eléctricos de menor alcance, que son los más baratos.
También es necesario informarse del tipo de enchufe que emplea el modelo y de qué potencias de carga aguanta, por si resulta conveniente instalar un cargador de tipo wallbox en el garaje.
Otros puntos a tener en cuenta
Sopesadas las características específicas de los eléctricos, también hay que estar atentos a lo habitual en los coches de segunda mano convencionales:
- Revisar el estado de la pintura, que puede ocultar golpes y rozaduras. También se debe comprobar el desgaste de los materiales del interior del habitáculo, el estado de la suspensión, la profundidad del dibujo de los neumáticos (y su fecha de caducidad) y las luces.
- Hay ciertos componentes que tienen más desgaste en un eléctrico que en un modelo de gasolina o diésel, como son las suspensiones, debido al peso.
- A todo esto hay que sumar una serie de consideraciones generales, como asegurarse de que el coche no tenga embargos pendientes u otras cargas legales ocultas. Por último, se debe usar un contrato de compraventa, cumplir con todos los trámites legales.
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