La vida es evolución y hay que mirar constantemente hacia adelante, pero sin perder de vista el pasado y los valores que nos han hecho ser quienes somos. En una industria como la del motor, en la que la tecnología avanza a pasos agigantados, es fácil olvidarse de los orígenes, pero en Mazda son plenamente conscientes de ellos, algo que queda plasmado en su filosofía ‘Crafted in Japan’.
Hasta tal punto llega esta unión con la artesanía, que la firma ha elegido el Madrid Design Festival para presentar el último integrante de su gama, el revolucionario Mazda CX-60.
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Un marco inigualable como El Invernadero de The Sibarist ha servido para que el SUV híbrido enchufable haya visto reflejada la artesanía de su propia concepción en toda una colección de obras llevadas a cabo por los artesanos de SACo, Sociedad Artesanía Contemporánea.
Como explica Lorna de Santos, comisaria de la exposición, Mazda es la única marca que empieza su producto, los automóviles, partiendo de un bloque de arcilla, que sus artesanos, denominados takumis, se encargan de transformar con sus propias manos, dándole forma hasta adoptar las líneas y preceptos propios del lenguaje de diseño Kodo característico de la firma.
Esta técnica, que lleva empleándose en todos los lanzamientos de la compañía desde hace años, no es la única referencia a la artesanía que presenta el nuevo CX-60, cuyo interior evoluciona de manera notable tomando como puntos de partida conceptos tradicionales japoneses.
Artesanía interior
Mazda ha decidido dar el siguiente paso hacia el futuro de los habitáculos de sus vehículos y, de nuevo, para mirar hacia adelante se ha apoyado en lo que le caracteriza en sus orígenes.
El interior de sus automóviles siempre se ha caracterizado por el Jinba Ittai, un concepto que se basa en la relación entre usuario y máquina, en que esta sea tan natural que el conductor la entienda como un parte de sí mismo.
Se busca una experiencia orgánica y alcanzarla es algo que también puede conseguirse a través de la artesanía. Como apunta De Santos, “ese arte que sana a todos y que, con sus manos, nos hace volver al origen, a donde realmente estamos tranquilos y en contacto con la naturaleza”.
En el caso del CX-60, este retorno se ha conseguido mediante cuatro conceptos: Kaichô, Hacho, Musubu y Kakenui.
El Kaichô se basa en la irregularidad. Confía en el empleo de materiales diversos, que combinen también texturas variadas, para romper con la monotonía, encontrando una armonía de conjunto a través de la diferencia. En el todocamino queda representado por la presencia de tejidos japoneses, cuero, madera de arce o elementos metálicos cromados.
El Hacho también está relacionado con la variedad, pero entendido desde la irregularidad y, sobre todo, la asimetría. Es una intención estética que Mazda ha aplicado combinando tejidos con distintas fibras, así como molduras de madera con sus propios patrones. El resultado es que el conjunto responde de manera distinta, por zonas, a los cambios en la iluminación.
Musubu y Kakenui se entrelazan, nunca mejor dicho, pues ambos son métodos de costura con enfoques ligeramente particulares. El primero se define como el “arte de anudar y conectar” y se ha aplicado al salpicadero para dar forma a su panel. El segundo se caracteriza por crear costuras ‘colgantes’ que quedan patentes en la zona que hay frente al copiloto.
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